Parece que a veces inicio las charlas con los protagonistas de nuestras entrevistas y no puedo evitar repetirme, pero en este caso particular creo que hablamos con una de las personas más preparadas en este «mundillo» de las Ligas FEB, como es Miguel Ángel Hoyo (Ceuta, 1973). Ya no entro como aficionado (recordemos que el único motivo de vida de esta web es la difusión del baloncesto y visibilidad de unas competiciones preteridas) a valorar su capacidad técnico-táctica, que ha mostrado en sobradas ocasiones y en diferentes ámbitos, pero sí puedo hablar de su cordialidad, capacidad de trabajo y disposición, sea quien sea el interlocutor, a pesar de su recorrido tan variado, que abarca desde la élite a lugares insospechados.

En Zona de Básquet siempre intentamos ser el altavoz de jugadores y entrenadores españoles que se han ido lejos de nuestras fronteras a perseguir sus sueños. En el caso de nuestro protagonista de hoy, es obligado hablar de su actual aventura en Rumanía y de sus últimos fichajes en Ligas LEB. Antes de entrar en materia, vamos a poneros en antecedentes. Miguel Ángel, como cualquier chaval, empieza con la base en la temporada 93/94. La temporada 99/00 es la primera como entrenador profesional, donde ejerce como entrenador asistente del actual Leyma Coruña. Luego pasaría a EBA como primer entrenador, hasta que en noviembre de 2004 Moncho López lo recluta para la ACB como entrenador asistente y preparador físico en el Breogán. En esa labor llama la atención de Oriol Humet, que lo incorpora en el verano de 2006 como entrenador asistente de Valdeomillos en Granada, donde pasa cinco buenas temporadas ayudando a técnicos como Segura o Poch.

Finalizada esa etapa en 2011, se convierte en director deportivo del COB, una experiencia que solo duró unos meses. En 2012 quiere volver a probar ser primer entrenador en unos momentos complicados, en plena crisis económica en nuestro país, y tras no salir una opción de Suecia acaba nada menos que en Guinea Ecuatorial con los Malabo Kings, donde ganó la competición y con los que jugó la Champions Cup de África. De allí, saltó a Dinamarca para unirse a los Hørsholm 79ers (14/15). A pesar de tener dos años firmados, solo permaneció uno, porque en la 15/16 surgió la oportunidad de volver a España (Xuven, LEB Plata).

Antes de su vuelta, volvió a África como entrenador asistente de la selección de Angola. En LEB Plata hizo una gran temporada, con un equipo modesto en el que los jugadores pudieron progresar con dobles sesiones y un juego atractivo. No llegaron a los playoffs, pero pusieron el germen para la buena temporada siguiente. Una oferta de nuevo superior económicamente, le hizo migrar de nuevo a Dinamarca, al SISU (16/17), pero tras cinco meses con buenos resultados salía del club por no tener una línea común. Acabó la temporada en Bàsquet Menorca, un proyecto que estaba en Liga EBA, pero con una buena estructura profesional como se ha visto después.

Al final no continúa en el proceso y la 17/18 se va como asistente de Berrocal en el Eskişehir de la primera división turca. Después le llegó una nueva oportunidad, nada menos que en el filial del Baskonia, donde al fin logró una cierta estabilidad como primer entrenador, como sus inicios, donde cultivó las joyas vascas durante tres años entre LEB Plata y EBA. Al término de la 20/21 se conocía su salida de Vitoria y finalmente recalaba como asistente en el Sibiu, club rumano que hizo una gira en España. Tras unos malos resultados del equipo, se convertía en entrenador principal, logrando la clasificación para los playoffs. Esta próxima 22/23, seguirá al frente del equipo rumano.

Zona de Básquet – Cuatro párrafos para el resumen de tu trayectoria de más de 20 años en este mundillo. ¿En algún momento te paras a reflexionar sobre todo ello o es todo tan rápido, tan diferente, que no tienes tiempo para ello?

Miguel Ángel Hoyo – Pues la verdad es que últimamente sí que te paras más a pensarlo, ves que tu carrera no ha parado, que afortunadamente siempre he tenido trabajo, que habitualmente he estado varios años en los mismos sitios y que, si he cambiado, ha sido buscando el seguir creciendo y acumulando nuevas experiencias. Y sobre todo muy buenos recuerdos y experiencias, que creo que me han ayudado mucho a crecer como entrenador: diferentes ligas, países, clubes… Te hacen mejorar, conocer y ser más completo en mi profesión.

ZdB – Siempre lo hemos hablado y hará ya quince años que oyes, cuando tu nombre suena para LEB Oro, la cantinela de “que nunca has entrenado en esta categoría”. ¿Es un hándicap que, además, debería decaer cuando incluso has sido hasta director deportivo?

MÁH – Pues desgraciadamente aún sigo escuchando esto, el verano pasado sin ir más lejos; y es algo que no puedo entender: somos entrenadores, creo que además en mi caso particular demostrando buena adaptación en muchos países y campeonatos. Es una mentalidad creo que demasiado cerrada, que ocurre con los jugadores cuando hablamos de rookies, o jóvenes, y pensamos que no pueden jugar. Creo que son excusas, no razonamientos basados en datos, porque hay muchos casos donde jugadores o entrenadores llegan a ligas y lo hacen bien. Siempre tiene que haber una primera vez; pero hay que aceptar el mercado como es.

ZdB – Diferentes puestos, diferentes etapas, parece un poco de perogrullo, pero ¿cómo se pasa de entrenador asistente a entrenador principal en el transcurso de una temporada? ¿Qué hay que cambiar?

MÁH – Pues es una transición difícil. En primer lugar, no es agradable, porque estás trabajando con un staff y una persona deja de pertenecer a ese equipo. Con lo cual esa primera sensación es mala. Entrando en lo meramente deportivo, yo he vivido esa experiencia dos veces, una entrando nuevo en el club (en Menorca), sustituyendo al entrenador saliente, y por primera vez el año pasado en Sibiu, sustituyendo al que era mi entrenador jefe, ya que estaba como ayudante.

Después de vivir ambas experiencias, creo que normalmente se producen muchos cambios, cada entrenador es diferente y tiene otra forma de trabajar y de entender el baloncesto, con lo cual debes buscar esos cambios para trabajar de la forma más parecida a lo que te gusta y quieres, porque esa es una máxima para mí como entrenador: hacer lo que crees. Todos esos cambios, teniendo muy poco tiempo de trabajo, tienes que ir haciéndolos de forma progresiva, porque los partidos son inmediatos y no es lo mismo que cuando empiezas con un equipo en pretemporada. Mi experiencia este último año en Sibiu ha sido muy buena y los cambios funcionaron, pero me parece una situación difícil de conseguir y muy exigente.

ZdB – Daría para un artículo para la web, pero el tiempo es oro. Para gente que empiece y nos lea, ¿cuáles son las claves de un buen entrenador asistente?

MÁH – Para mí hay varios aspectos en este sentido; uno que considero muy importante es el disfrutar de lo que estás haciendo. Un entrenador ayudante es un entrenador que tiene una función clara, pero tienes que sentirte entrenador y disfrutar con lo que haces. Hay gente que necesita ser el centro de atención, pero a mí personalmente es lo que menos me gusta de ser entrenador jefe y de lo que más disfruto siendo ayudante: que hago mi trabajo, y parece que no estás para nadie, pero yo lo disfruto mucho, porque esa es realmente mi profesión, ayudar al entrenador, a los jugadores a ser mejores y, realmente, me encuentro muy cómodo en esa posición. Por eso cuando soy entrenador principal, intento mantenerme igual, y conseguir que el staff sea una única pieza, que no haya clases.

Otra clave importante para ser ayudante es no ser egoísta: tienes que dar tu mejor versión como entrenador sin esperar a recibir nada a cambio. Tu recompensa es que el trabajo y los resultados se vayan produciendo, no eres mejor porque alguien te diga «lo estás haciendo bien» o porque salgas en webs o periódicos, eres mejor porque el trabajo se está haciendo bien.

Y por último, pero no menos importante, ser muy fiel al staff. Eres una pieza clave, debes trabajar siempre pensando en el bien del equipo, del staff, no en el tuyo individual. No busques premios y defiende al grupo por encima de cosas que a lo mejor no te gustan, pero tienes que saber bien tu rol, y si no te gusta, no lo hagas, pero no perjudiques al grupo.

ZdB – Países nórdicos, África, Turquía, ahora Rumanía. ¿Cuáles son las recomendaciones básicas para un entrenador que inicie la aventura por primera vez? ¿Puede haber un decálogo o una máxima que les ayude?

MÁH – Pues a mí nadie me ha pasado ese decálogo [risas]. No sé, creo que el saber escuchar, observar, aprender, sobre costumbres y culturas diferentes, intentar adaptarte y saber implantar nuevas ideas poco a poco es una ayuda importante para el que inicia una aventura de este tipo.

Hago muchas veces la reflexión de lo difícil que es vivir fuera de tu país, de tu lengua, costumbres… la gente se olvida de llamarte, de repente pasas a que amigos, conocidos, agentes, entrenadores con los que hablabas mucho, no hablas en todo un año porque estás fuera y tu grupo de gente de comunicación es totalmente nuevo. Pero también hago la reflexión de lo que me ha ayudado como persona el conocer estos países, ciudades, culturas… y que creo que me han hecho mejor persona, sobre todo, y mejor entrenador.

Otro apunte que haría, porque no soy nadie para recomendar a alguien hacerlo, es el saber adaptarte y saber implantar tus ideas progresivamente. Opino que no puedes llegar a un sitio pensando «lo que yo pienso es lo mejor y hay que hacerlo así». Al principio decía que me parece muy importante hacer cosas en las que crees, pero hay que saber ajustarlas al entorno en el que estás, porque lo mismo no funciona en todas partes igual: cada lugar, cada club tiene una idiosincrasia propia, y hay que saber hacer esos ajustes.

ZdB – Me imagino también que cuando sales fuera, en un lugar alejado, el baloncesto ocupa muchas horas y lo hace lejos de tu familia y amigos, en otra disposición cultural. ¿Cómo se combate esa soledad, aunque en tu caso tengas la fortuna de estar acompañado de tu esposa?

MÁH – Pues como dices yo he tenido la fortuna de estar muy bien acompañado por mi mujer y, los últimos años, por mi hijo, con lo cual no sientes esa soledad. Pero en Rumanía no han podido venir esta temporada pasada ni esta que está empezando, por lo que ha sido otra situación diferente a la que saber adaptarme y que, honestamente, es la que peor llevo. Personalmente creo que puedo decir que, si no pueden estar conmigo, será mi última experiencia solo, porque creo que ese viaje en familia es muy importante estar juntos.

Así que esa soledad que me preguntabas, solo he tenido la experiencia en Rumanía, y la combates con lo que más te gusta, que es entrenar, ver baloncesto y hablar de baloncesto con tus ayudantes. En estos primeros días de mi segunda temporada, tengo conmigo a Mikel Ereño en el staff y las horas que podemos hablar del equipo y de básquet… son incalculables, con lo cual no hay soledad [risas].

ZdB – Has pasado por dos facetas claras como entrenador principal: luchar con la presión de conseguir resultados con un equipo y por otro lado estar en un filial con el objetivo de formar jugadores para su primer equipo. ¿Con cuál te quedas? ¿O cada uno tiene su momento?

MÁH – Son dos sensaciones muy diferentes, no puedo elegir ninguna, porque las dos me entusiasman. Esa sensación de entrenar y ver que tu equipo mejora, que juega como quieres, que hay disciplina, lucha, entrega, orden, se comparte el balón… está muy por encima del mero resultado, aunque esto es lo que le queda al resto de la gente. Por suerte, mis equipos han cumplido siempre los objetivos marcados, eso quiere decir que han alcanzado buenos resultados, pero me quedo claramente con esa sensación de haber entrenado bien y de haber desarrollado al equipo.

Pero, por otro lado, los años de Baskonia, hablabas de presión, creo que nunca he trabajado bajo más presión que allí, y los he disfrutado, no mucho, muchísimo. Creo que es mi mejor recuerdo como entrenador. Una exigencia altísima por mejorar al jugador, por desarrollarlo, una ambición porque llegue a ser un jugador. Es una sensación muy diferente a la otra, pero igual de enriquecedora. Me considero un entrenador al que le gusta mucho la formación y los veranos me los paso de campus en campus solo por el placer de ver a niños/as entrenar, mejorar, su ilusión, y es muy agradecido como entrenador ver a esos jugadores intentar crecer y mejorar.

ZdB – Sé que tú no tienes problema, aunque en los equipos poderosos hay mucha política de silencio para hablar de los jugadores. Nos gustaría preguntarte cómo fue estar en una estructura como la del Baskonia y poder disfrutar de la generación de los Miguel González, Raieste, Arturs Kurucs, pasar por los Hanzlík, Savkov, y llegar a los Cissoko, Sow o Querejeta.

MÁH – Como decía, disfruté mucho mis tres temporadas en Baskonia. Creo que es un lujo como entrenador poder entrenar a grandes prospects, a jugadores que tienen un gran potencial y que tú puedas ser una pieza más en ese desarrollo de los jugadores. He tenido la suerte de ganar una liga, una copa, de ser medalla de plata, pero si soy honesto, la sensación de ver crecer a un jugador, de ver que puede llegar o que se consolida en el baloncesto profesional es muy grande. Ahora veo a todos estos jugadores que comentas por la TV y veo todos sus partidos con una sonrisa y deseando que sigan ese crecimiento. Y, como digo, solo he sido una pieza minúscula en su desarrollo, hay otros entrenadores, y sobre todo están ellos mismos, pero ver ese crecimiento es muy satisfactorio.

Me ha pasado con Erik Quintela y Sergi Quintela, que tuve la suerte de entrenarles en Cambados, y desde aquel momento decidieron entrenar conmigo los veranos… y yo no soy responsable de nada, lo son ellos con su trabajo, pero ver ese desarrollo, ver a donde están llegando, hay pocas satisfacciones mejores como entrenador. Creo que ni ganar una liga, y mira que es un gran éxito conseguir eso.

ZdB- Dos dudas que, como aficionado, tengo del básquet formativo y creo que puedes ayudarme a resolver como hombre de baloncesto. No es la primera vez que leo que, cuando tienes un filial, tienes que centrarte en 2-3 jugadores y los otros deben de ser rol secundario, aunque eso signifique “cargarte” alguno o que se marche. ¿Es cierto eso o se puede tener un rol de 7-8 jugadores importantes que lleguen?

MÁH – Yo creo que son cosas diferentes. Estoy de acuerdo en que hay que diferenciar los diferentes talentos y no todos los jugadores de un grupo lo tienen. Me refiero a que, en grandes canteras, no pueden ser “proyectos” los diez o doce jugadores, hay que saber diferenciarlos y sí creo que hay que apostar por ellos y darles un rol en función de ese potencial que tienen.

Pero esto no quiere decir que te “cargues” a los otros; lo que quiere decir es que inicialmente, crees que esos dos o tres jugadores tienen más potencial, pero con los otros tienes que trabajar igual y tienes que seguir desarrollándolos, en primer lugar, porque el nivel de madurez de cada jugador es diferente. Jugadores que a lo mejor parece que no van a llegar, dan un cambio observando a esos otros jugadores que tienen más potencial o fruto del trabajo que se hace con ellos y, a lo mejor, el año siguiente alguno de esos pasa a ser el prospect.

Yo creo que no hay que excluir, hay que saber dirigir el proyecto y darle a cada uno su proceso. Pero sí soy de la opinión que no puede haber 7 u 8 proyectos iguales, hay diferencias en los mismos y hay que saber adaptarlos a todos. Y por supuesto saber rectificar, cuando ves que uno sobrepasa a otro.

ZdB – El baloncesto moderno ha cambiado mucho, cada vez es más físico, prima más el triple y en categorías inferiores vemos cada vez más físico, todo más reglado, pero menos talento y creatividad, así como, algo que me llama la atención, unos porcentajes de triple muy bajos. ¿Por qué no se anota de tres en júnior a pesar de que se intenta?

MÁH – Yo en este sentido soy bastante crítico con los entrenadores. Creo que, en formación, nos equivocamos mucho y primamos el resultado por encima de la formación, lo que me parece un error grave, en mi opinión. Y con esto no quiero decir que el resultado no sea importante: hay que saber formar al jugador a ganar, a competir, a mejorar su mentalidad, ambición y deseo. Pero hay que desarrollar al jugador y eso está por encima de cualquier resultado. Cuando primamos el resultado, entonces a lo mejor a un jugador júnior no le dejamos tirar, porque solo mete un 27% en triples y eso no nos hace ganar, pero no le corregimos la toma de decisión o no le damos la confianza de saber que es un buen tiro y que la única manera de seguir mejorando es seguir tirando. Yo se lo digo a muchos niños en verano: posiblemente el mejor tirador del mundo, Curry, no llega al 39% en triples, es decir, falla más de los que mete.

Si nos quejamos de que el jugador no es creativo, es porque los entrenadores no somos creativos. Este verano en los Europeos o Mundiales de formación ves a todas las selecciones nacionales muy estructuradas; entonces, ¿por qué pedimos que los jugadores sean creativos? A lo mejor es que los que no queremos que sean creativos somos los entrenadores, porque es más fácil para nosotros corregir o enseñar algo muy estructurado.

ZdB – Eres hombre de selecciones, recientemente has ganado el AfroBasket con Costa de Marfil como segundo de Lezkano, y has tenido otras experiencias en selecciones del continente. ¿Cómo se cambia de la mentalidad de entrenador de club al de selección y más cuando hablamos de jugadores como los africanos, aunque algunos formados en Europa, pero sin duda con otro estilo?

MÁH – Ambas experiencias en selecciones son excelentes como entrenador. Por ejemplo, yo he tenido la fortuna de trabajar en Angola y ahora con Costa de Marfil, y creo que me ayudaron mucho en mi paso el año pasado de ser ayudante a entrenador en Sibiu, porque tienes que coger a un grupo y hacerlo rendir en muy poco tiempo; también hubo un año que estuve de seleccionador gallego y son experiencias cortas, intensas, que te exigen mucho y que, como comentas, en mi caso con las experiencias en África, tienen otra mentalidad. Por ello de nuevo tenemos que hablar de esa adaptación de las dos partes, de ti como entrenador, y de los jugadores a ti. Yo tenía claro que quería intentar vivir una experiencia así, porque creo que todos estos pasos te ayudan mucho como entrenador a ser mejor y a estar preparado para muchas situaciones diferentes.

Y esa mentalidad de la que hablabas, pues, al final, una máxima de los entrenadores es hacer un buen grupo, con lo cual, como digo, el mayor cambio de un equipo a una Selección es la inmediatez, la exigencia de un resultado rápido.

ZdB – No quiero pasar sin preguntarte por ese “pequeño hijo” ya mayor que es el Campus Baloncesto no Camiño, del que fuiste uno de los fundadores y que lleva desde 2009 dando guerra. Me imagino que estás muy orgulloso de una iniciativa que lleva ya unos cuantos años y que sigue con esta vitalidad y fortaleza.

MÁH – Lo del Campus Baloncesto no Camiño es una de esas sensaciones que te hacen recordar lo bonito que es el baloncesto. Primero porque nace con el primer club, después del Básquet Coruña, que me da la oportunidad de ser profesional, que es el CB Sarria, donde me dan la oportunidad de trabajar por primera vez fuera de Coruña, y de allí, de un club de Liga EBA, pasé a la ACB. O sea, que lo que significa para mí el CB Sarria es mucho. Después, allí me encuentro con una directiva apasionada (Kaké, Manel y José María) que quiere que haya una actividad del mejor nivel posible en el pueblo y eso me lleva a que amigos del baloncesto nos veamos los veranos, trabajemos en nuestra pasión y, por supuesto, a que muchos niños/as disfruten de esa pasión.

Ahora, además, hemos dado otro paso adelante y llevamos 4 años con el Hygge Training Camp, más orientado a profesionales o jugadores que quieren alcanzar ese nivel.

Rumanía

ZdB – La pasada temporada se anuncia a principios de julio que no continúas en Baskonia, pero pasa casi un mes hasta que se anuncia tu incorporación al CSU Sibiu como ayudante. ¿Cómo fue ese mes y cómo se gesta tu firma allí?

MÁH – Son épocas de incertidumbre. Mi salida de Baskonia se produce tarde porque el Campeonato de España se retrasa por el COVID y habíamos hablado que hasta finalizar el Campeonato de España no hablaríamos del siguiente año. Con lo cual el mercado de las ligas profesionales está bastante avanzado y parecía que iba a ser mi primer año sin trabajo desde el inicio.

Pero, repentinamente, en 2 días tuve 2 llamadas, la primera de Natxo Lezkano, para incorporarme al staff de la selección de Costa de Marfil, para disputar el AfroBasket, cosa que en esa primera llamada ya acepté. Y un par de días después me llaman de Baskonia, que un club se había puesto en contacto con ellos para pedirles mi número. Ese club resultó ser Sibiu; que tuvo la noticia de mi marcha de Baskonia, pidió referencias a algunos entrenadores, porque querían mejorar su staff y profesionalizarlo y pensaron que yo era la persona adecuada. Aunque en un principio no conocía nada del baloncesto rumano, empecé a informarme, siguieron las conversaciones con ellos y decidí aceptar ante el interés que mostraban.

ZdB – Sibiu es uno de los equipos más importantes en los últimos años en Rumanía, una liga que yo creo que ha experimentado una buena progresión: Campeonatos de Copa, de Liga Regular, competición europea… La pasada temporada no se inició bien a pesar de tener buenos nombres y, tras seis años en el cargo, tu antecesor Dan Fleseriu salió del banquillo. ¿Cómo fue ese inicio y cómo se remonta hasta los playoffs contigo al frente?

MÁH – Como señalaba anteriormente, los cambios de entrenador normalmente son malos, o por problemas de relación o por problemas de resultados (este fue el caso aquí: fue el entrenador el que dimitió, no fue cesado por el club).

Ese mismo día que se produce la dimisión, la directiva me dice que confía en mí y que me dan el equipo hasta final de temporada; vamos penúltimos y me piden llegar a los playoffs. El estar dentro me hacía tener una visión bastante clara de lo que estaba pasando y creer que puede alcanzarse el objetivo marcado y acepto el reto.

Desde esa misma noche me marco cosas a cambiar drásticamente, cosas que hay que ir cambiando poco a poco y plazos para ir cumpliendo esos cambios. Al día siguiente, charla en equipo y charla individual con todos los jugadores para explicarles nuevo rol, ideas, cambios y tratar de convencerlos en la nueva dirección.

Todo esto acompañado de que a los dos días jugábamos ya partido y que teníamos un calendario de once partidos en el primer mes de enero y últimos días de diciembre. Como era de esperar los resultados no vinieron de inicio, tuvimos una eliminatoria de copa muy dura contra Voluntari, uno de los mejores equipos de la liga, y eso hizo que, no las dudas, pero sí el ánimo, no cambiara mucho. Pero con la vuelta de los partidos de liga empezaron a llegar las victorias y las cabezas comenzaron a cambiar, los cambios empezaban a ser positivos y todo el mundo empezaba a creer que las cosas iban bien.

Finalmente conseguimos más de un 60% de victorias en el campeonato, en los partidos disputados desde enero, y eso nos llevó a alcanzar los playoffs.

ZdB – Siempre has tenido un ojo en las Ligas FEB, pero en esta ocasión has estado muy atento porque has incorporado a Roberts Blumbergs, al que veíamos para la ACB, y a Mouha Barro, ya recuperado de su lesión, que aporta ese rol protector del aro. ¿Crees que pueden ser jugadores diferenciales en la competición?

MÁH – Estoy muy atento a las Ligas FEB, es mí país y tengo la ambición de poder entrenar ahí algún año y para eso hay que seguirlas diariamente. Este año he visto muchos partidos de LEB Oro y tenía claros varios jugadores que, si renovaba en Sibiu quería. En este caso, Blumbergs y Barro lo eran. Roberts creo que es un jugador de gran potencial, con una gran estructura física y que tiene que ir madurando en su juego, pero hay que darle esos minutos y esas tomas de decisión para que llegue a ese potencial. Seguro que hay jugadores más hechos, que a lo mejor rinden más hoy, pero como decía antes, me motiva mucho ver ese potencial en un jugador y ayudarle a exponerlo.

Igualmente, con Barro creo que es un jugador que sufrió dos lesiones graves, pero que puede tener un potencial físico grande. En el baloncesto que me gusta, me gustan los equipos físicos, atléticos y que puedan tener diferentes recorridos, y creo que Barro nos ayudará mucho.

ZdB- Otras dos incorporaciones son Vuk Đorđević, que salía en nuestro scouting de Eslovaquia, y el base turco Baris Özkan. ¿Qué pueden aportar al equipo?

MÁH – Son dos casos diferentes, pero como todos los fichajes que he intentado, quería sacarles de una posible área de confort. Vuk es un jugador que a los 17 años ya jugaba en la liga serbia, con lo difícil que es eso. Hablé con él y noté un jugador con ambición y deseo de crecer, y eso me transmite mucho. Creo que es versátil y puede dar mucho en el 4 y en el 5.

Por otro lado, Baris, gracias a los contactos de cuando estuve en Eskişehir, tenía buenas referencias como jugador inteligente, jugador de equipo. Me gustan los bases que hagan jugar a sus equipos, que piensen en el bien común y creo que él, además, nos puede aportar un poco de experiencia.

ZdB – La sorpresa ha saltado en España con dos de tus últimos fichajes. Es muy infrecuente ver a jugadores españoles en Rumanía y menos sin experiencia en Oro/ACB, pero te has hecho con los servicios de dos jóvenes como son Dani Manchón y Unai Mendikote. La verdad es lo que los que seguimos la LEB esperábamos verlos en Oro y ahora nos encontramos con que has sido tú quien les ha dado la oportunidad. ¿Cómo crees que pueden hacerlo? ¿Notarán el salto competitivo al principio?

MÁH – Son dos jugadores con los que no tengo ninguna duda, van a rendir muy bien desde el inicio. Dani Manchón lleva cuatro veranos trabajando conmigo, viniendo a Sarria, invirtiendo tiempo y dinero en estar allí para ser mejor. Esa mentalidad es la que quiero en jugadores, es lo mismo que señalaba antes de Vuk o Roberts. Conozco a Dani y sé que puede darnos mucho en bloqueo directo, en 1×1, generando, conoce el juego y, sobre todo, porque va a tener los minutos y las tomas de decisión para equivocarse y crecer; con lo cual no tengo ninguna duda.

De Unai, tampoco tengo ninguna duda. Jugador de selecciones españolas en todas las categorías (somos medallas en los Campeonatos, por qué voy a confiar en un rookie de otro país y no en uno español), MVP de la última LEB Plata, cosa que no es fácil de conseguir. Jugador de intensidad, de jugar campo abierto, de 1×1, de rebote, de esfuerzo, solo son aspectos que suman. No hay ninguna duda que también rendirá desde el principio.

ZdB – Conoces bien nuestras ligas y las has vivido desde diferentes prismas. ¿Por qué cuesta apostar tanto por lo joven y por qué siempre hay tanto miedo a lo desconocido, sobrepagando por lo que se ya conoce aunque no sea de alto nivel?

MÁH – Puedo ser impopular con esta respuesta, pero creo que es la inseguridad, los miedos propios. Entiendo que la experiencia es un buen valor, pero no creo que sea el único. Yo por ejemplo valoro más el hambre y la ambición que la experiencia; prefiero un jugador con ganas de trabajar y mejorar que un jugador que, con experiencia, lleva 4 años haciendo 7 puntos y 4 rebotes. Y no quiero decir que no fiche jugadores veteranos; yo en Cambados tuve a Alberto Rodríguez, que con 40 años hizo un trabajo extraordinario; pero cada año tiene sus particularidades y sus condiciones, y es cierto que en mi caso particular prefiero el hambre a la comodidad. Y con esto no quiero decir que todos los jugadores de 28 o 29 años estén cómodos; como no todos los de 23 están preparados para rendir. Hay que encontrar el punto exacto. Hay jóvenes que no pueden jugar aún en Ligas FEB, y hay veteranos que juegan solo por la experiencia. Como en casi todo en la vida, el equilibrio en las cosas es lo que te da llegar al valor de las mismas.

ZdB – Volviendo a Rumanía, ¿cuál es el objetivo que se ha marcado el club esta temporada?

MÁH – El objetivo marcado por el club es el de alcanzar los playoffs; la liga está dando un salto económico grande, y por lo que me dicen nosotros nos hemos quedado un poco atrás. Los clubes parece que están aumentando bastante los presupuestos. Pero nuestro objetivo de club es alcanzar los playoffs.

En mi opinión personal, creo que ese objetivo es bastante realista y que podemos hacerlo, vista la configuración final del equipo, con la cual estoy muy contento. Pero al mismo tiempo, al equipo voy a intentar marcarle la ambición de por lo menos llegar a las semifinales; creo que el trabajo y la ambición pueden llevarnos a pelear por ese puesto que le daría además al club la recompensa de poder jugar competición europea la temporada siguiente, con lo cual pelearemos duro por ello.

ZdB – ¿El hecho de tener más europeos que americanos os puede ayudar a jugar un baloncesto más organizado?

MÁH – Intento no fijarme en la nacionalidad de los jugadores; yo quiero buenos jugadores, independientemente de nacionalidad, o edad. Finalmente en el roster tendremos un jugador americano y 10 europeos, eso no lo considero ni ventaja ni desventaja; como te digo, lo importante es que sean buenos jugadores, que trabajen bien el día a día. El año pasado durante parte de los meses que dirigí al equipo me señalaban porque jugaba con muchos rumanos, o porque los rumanos jugaban muchos minutos, y yo respondía lo mismo, que no miraba si eran rumanos o americanos, sino que ponía a quien lo merecía. Y la progresión de Uta y Tohătan ha quedado manifiesta con su mejora salarial en otros clubes esta próxima temporada.

ZdB – ¿Te pongo en un compromiso si te pregunto en quiénes te fijas más y qué entrenadores te han influido de una forma más predominante?

MÁH – No es una pregunta fácil; en mi caso me gusta mucho observar a todos los entrenadores para seguir aprendiendo y mejorando como entrenador. Tengo claro que una gran referencia es Aíto García Reneses; y nunca he trabajado con él; pero con todos los entrenadores y ayudantes con los que he estado he podido sacar cosas, y aprender, creo que no sería justo nombrar a alguno o tendría que nombrar a todos y decir cosas de cada uno. Y después me gusta ver baloncesto y pienso que se puede aprender mucho de muchos entrenadores; por ejemplo en Campus Baloncesto no Camiño y en el Hygge Training Camp tenemos grandes discusiones que ayudan a mejorar mucho como entrenador.

ZdB – El otro día publicaba un artículo en la web hablando del mundo de los entrenadores en Oro en los últimos años, de los nombres con pedigrí que se han quedado sin lugar, pero cómo se daba la oportunidad a entrenadores que llegaban de otros destinos, algunos de fuera. Sé que estás muy ilusionado con este proyecto en Rumanía, pero ¿crees que esta experiencia a medio plazo puede abrirte al fin un banquillo en LEB Oro?

MÁH – Pues como hablábamos antes de lo que les pasa a los jugadores jóvenes o rookies, parece que el mercado es muy cerrado en ese sentido. Me cuesta entenderlo. Creo que si eres buen entrenador en alguna liga, puedes serlo en cualquiera; y no creo que un factor decisivo sea el conocer la liga, porque en ese caso no hubiéramos podido obtener buenos resultados el año pasado aquí en Rumanía, o en otras ligas en las que he participado. Todo depende del trabajo, de los jugadores que tengas, para conseguir resultados. Pero hay que aceptar el mercado como es, aunque no te puedo negar las ganas e ilusión que tengo de poder entrenar un proyecto en LEB Oro.

ZdB – Muchas gracias por tu tiempo como siempre, Miguel Ángel, te seguiremos de cerca esta campaña.

MÁH – Muchas gracias a vosotros. No quería dejar de destacar el importante trabajo que hacéis en la divulgación del baloncesto y no sabéis lo importante que es para los que estamos fuera que os acordéis de nosotros. ¡Muchas gracias por el apoyo y seguimiento!