Movistar Estudiantes ha vivido un verano muy diferente al del pasado año, pasando de ser el claro favorito al ascenso (lo que finalmente se vio truncado por la aparición de un señor equipo como Covirán Granada y del ciclón Marc Gasol en Bàsquet Girona), a ser un candidato más de la zona noble, frente a las dos plantillas que han montado los dos transatlánticos descendidos de la ACB (Hereda San Pablo Burgos y MoraBanc Andorra).
La entidad estudiantil, en ese clima institucional siempre crispado, o al menos eso es lo que nos llega a los que estamos lejos de la capital, ha conformado un bloque totalmente opuesto al de la pasada temporada. Ha pasado de una plantilla de grandes nombres, con fama, donde una mayoría llegaban desde la ACB con Jota Cuspinera en el banquillo, a un bloque con aires de ruptura y lleno de jugadores con camino al alza que recorrer, ¿con hambre? y con conocimiento de causa tras haber jugado en la LEB Oro.
La primera piedra de cambio fue el banquillo: Epi no pudo conseguir el ansiado objetivo en el poco tiempo que estuvo y salió. Muchos candidatos sonaron por el verano y todos parecieron rechazar el cargo, hasta que el ofrecimiento llegó a Javi Rodríguez. El de Porriño conoce bien los banquillos de la categoría, ya que desde 2015 fue asistente de Carles Marco en Oviedo. Tras tres temporadas llegó el cambio de ciclo y en la 18/19 asumió el cargo con una inercia positiva que alimentó aún más su labor desde el banquillo, lo que se tradujo en una meritoria cuarta posición en liga regular. Repetía pues los resultados logrados por su antecesor, aunque luego en playoffs, a pesar de contar con el factor cancha, los asturianos eran superados claramente por un COB que ganó el duelo de pizarras con un claro 0-3.
La 19/20 repetía como primer entrenador, en un curso donde el equipo asturiano daba un salto económico tras la llegada de Liberbank como sponsor, y donde se quería codear con la zona alta. Pero la temporada no empezó bien, hubo problemas de lesiones, se ganaba algún partido pero se encadenaban varias derrotas, incluso en Pumarín, lo que provocaba cambios en la plantilla. El equipo llegaba en descenso al final de la primera vuelta y, ya en la jornada 23, tras otras tres derrotas consecutivas y con el equipo antepenúltimo, era cesado y sustituido por Lezkano, que apenas tuvo tiempo antes de la paralización de la temporada por la pandemia del Covid. Tras una campaña de descanso personal, la 21/22 saltaba la noticia de su fichaje por el Bilbao de ACB como ayudante de Mumbrú para cubrir la baja de Lolo Encinas y donde permaneció hasta su vuelta a los ruedos de Oro.
En diversas entrevistas dejó claro que ese año y medio parado de pandemia le sirvió para aprender, madurar y analizar errores, a lo que añade un año por los banquillos de ACB. En su rueda de prensa de presentación no hubo grandes titulares, más allá de hablar de que la presión de subir es de otros ahora y prometer una plantilla de calidad, trabajo e ir partido a partido. Sus ayudantes serán dos hombres de la casa, Alberto Lorenzo y Sergio Jiménez, que promociona desde el filial y es un técnico con experiencia amplia en las LEB, tanto de primero como asistente.
Como primer entrenador, Javi Rodríguez era un entrenador meticuloso, exigente y pasional en excesivas ocasiones, jugándole alguna mala pasada. En su tiempo en Oviedo hacía buenas preparaciones de plan del partido, pero le costaba cambiar o rectificar lo necesario sobre la marcha. Exigente en defensa, con mucha movilidad y presión, le gustaba jugar rápido y aprovechar los espacios, teniendo claro a la hora de jugar en estático cuales eran los 2-3 puntos fuertes de su equipo.
La plantilla
Tal vez el cambio ha supuesto un contraste demasiado fuerte con el año pasado, cuando el Estu contaba con una plantilla con demasiado pedigrí, a la que en varias ocasiones le faltó saber bajar al barro de la realidad LEB, y con poca capacidad de resolución cuando el plan de defender no salía bien, sin una gestión de roles, sin tiro y sufriendo a la hora de generar.
Este año, una plantilla que tampoco es que enamore o que tenga algún jugador top, salvo Kevin Larsen, y que no ha supuesto “El Fichaje”. Porque el danés es el único que se ha salvado con la cantera de la quema, y no es para menos. Con Larsen te aseguras uno de los mejores ‘cincos’ de la categoría, alguien que marca diferencias y es capaz de generar por sí mismo.
La cantera, ese sello del Ramiro del que tanto se habla pero que se apartó la pasada temporada, sigue, aunque habrá que ver en qué roles y, sobre todo, si se mantendrá la apuesta por ellos cuando haya necesidad de resultados. Sigue Adams Sola, el soldado universal, que será de nuevo perro de presa defensivo, hará sus jugadas sin balón, sus robos, penetraciones… ¿Pero dará ese paso más? Rubén Domínguez tiene mucho talento, pero necesita minutos y balones para tener esa confianza que ha ido perdiendo en el Estu y que cada verano resetea en las selecciones de formación; además, la sobrepoblación de 1-2 huele a que le pueden volver a dejar al final de la parrilla un año más. Héctor Alderete regresa tras una cesión en Bàsquet Menorca (LEB Plata), donde jugó pero sin estallar; su buen Europeo U20 le valió la convocatoria con la absoluta y ahora, con las lesiones olvidadas, al fin dará todo por el escudo, si le dejan. Hablamos del único ‘tres’ alto en la plantilla y único ‘cuatro’ abierto tirador, sin ser su mejor baza, condiciones que le deben abrir un hueco junto a su calidad y versatilidad. Por su parte, Emil Stoilov vuelve a partir como quinto interior, pero lo que necesita es jugar en pista para progresar.
Tras los cinco que ya estaban, nada menos que siete fichajes, y sobre todo las discutidas no renovaciones de jugadores como Beirán o Nacho Martín, que tal vez no respondieron al 100% la pasada temporada pero tenían un poso de veteranía, calidad y saber estar, que en momentos calientes puede ser importante.
A mi modo de ver, dos son los fichajes más rutilantes y que deben marcar la diferencia, o aspirar junto a Larsen a estar en esa categoría de “estrella de la liga”:
Toms Leimanis. El internacional letón causó una buena impresión tras su paso por Valladolid en Oro. Se fue a los países bálticos con un mejor contrato, la 20-21 en Bielorrusia. El pasado curso empezaba en Ucrania, donde le era fácil destacar, pero tras la guerra de dicho país consiguió un buen contrato en la LKL lituana donde sus números decayeron (18 mi, 3.7 pt, 2.9 as). Un jugador que sin ser un base director al uso, es un excelente generador por su dominio del P&R, capacidad de pase y tiro de media distancia.
Léo Demétrio. Conoce la liga tras estar en equipos como Breogán o Bilbao, con los que ascendió, pero la 19/20 se volvió a su país al potente Flamengo, que solo dejó el pasado curso para irse a la mítica Pesaro de la Serie A italiana (16 mi, 3.4 pt, 3.0 re), sin tener tampoco un rol importante. Un jugador de buen físico y altura para el ‘cuatro’, con papel defensivo su último curso y capacidad de tirar de fuera (que ha ido a más), a lo que une su movilidad sin balón o capacidad de encarar.
Los cinco fichajes restantes también conocen la LEB Oro. Tal vez el más top por su línea ascendente de juego sea Mark Hughes, vital en Força Lleida, tanto en defensa como en ataque, con capacidad de generar en ataque o anotar de tres, pero que habrá que ver su toma de decisiones y cómo responde al rol en un equipo como Estudiantes. Desde Oviedo llegan dos de los últimos fichajes que hicieron los asturianos: el base internacional colombiano Hansel Atencia (muy pequeño pero de velocidad endiablada y con unos pull up con una parábola imposibles de detener) y Paul Jorgensen (otro jugón con 1×1 y sin miedo a los muros rivales). Desde Girona llega Karamo Jawara, un interior muy inteligente, que lee el juego y se adapta a las dos posiciones, pero deberá estar bien físicamente. Para cerrar el plantel, desde la ACB llega Sean Smith, un prodigio físico que cuando empezaba a despuntar en Oro dio un inesperado salto a la ACB (Canarias), donde solo ha jugado un total de 10 minutos en todo el curso.
Está claro que la idea es un equipo que está diseñado para correr, con jugadores físicos y móviles. En caso de que no pueda hacerlo, las opciones de Larsen en el poste o el P&R de Leimanis parecen las más claras. Sí que llama la atención que un equipo con las costuras del Estudiantes, el prestigio y la potencia económica para Oro, haya dejado algunos “agujeros” sin tapar:
- Larsendependencia. La idea de juego, tanto en defensa como en ataque, depende de que esté Larsen en pista o no, pues hace cambiar la fisonomía del equipo al completo. Habrá que ver si sus relevos podrán parar los centímetros y kilos de los ‘cincos’ rivales de nivel.
- La ausencia de un base puro tranquilizador. El año pasado Faggiano se fue entonando poco a poco, pero en el actual, Leimanis y Atencia son dos jugadores que imprimen mucho ritmo, con la pérdida de control del juego que ello conlleva. Con varios combos que pueden subir el balón como Sola o Rubén, la idea de un Jorgensen de uno puede ser aplicada, pero no dista de ser una solución eficaz más allá que de su capacidad para el 1×1.
- La ausencia de especialistas. Tienen varios microondas en el equipo como Jorgensen o Hughes, pero ninguno es un especialista. Extraña tanto no verlo en el perímetro, como en la zona con algún jugador que abra pista, pues una cosa es tirar triples y otra, anotarlo.
- La ausencia de un ‘tres’ alto… y más tras negar la continuidad a Beirán. Puede ser la revelación de Alderete, aún verde en algunos aspectos para esta Oro tan exigente, Hughes (que jugará minutos) o Sola. Habrá mucho small-ball, pero los rivales pueden aprovecharlo atrás, como sucede en el puesto de ‘uno’, donde los dos bases no son precisamente unos grandes defensores.
- La apuesta por la cantera, ¿real o ficticia? Con Stoilov teniendo que luchar sus minutos, la sobrepoblación con Jorgensen, Hughes o incluso un Leimanis que puede hacer de ‘dos’, parece dejar sin mucho hueco a Domínguez; también hay que ver si Sola no pierde su rol y si la apuesta por Alderete es real o solo de cara a la galería.
Parece que solo hablamos de dudas, pero el equipo tendrá cosas muy buenas también. Va ser un equipo atrevido, con puntos, que no hará prisioneros, con la experiencia aprendida de que cada partido fuera es una guerra, con jóvenes valores, con Larsen en plan estrella y una rotación larga y sin fisuras para poder mantener un ritmo exigente todo el partido.
A todo ello le acompaña el clima institucional de zozobra que el club parece vivir de forma permanente. La salida de Galindo y parte de la junta directiva dejó a Ignacio Triana como responsable, manteniendo a Pancho Jasen como creador de esta plantilla y apostando por Javi Rodríguez para el banquillo. La hablada ampliación de capital en septiembre puede suponer la llegada de nuevos inversores. Por ejemplo, Carlos Avenza ha mostrado su voluntad de entrar en esa ampliación para «modernizar, profesionalizar y relanzar» al club. Ya ha declarado también que no le importará reforzar el equipo en enero para “hacer un Girona” y que llegará con gente de su confianza para puestos como el director deportivo. Si a eso sumamos la eterna duda sobre la situación económica real del club, más allá de la deuda que siempre se cierne sobre él, huele a temporada convulsa como siempre.
Pero esto son dinámicas, y unos buenos resultados, la confianza del equipo y su crecimiento pueden hacer cambiar todo. ¿Por qué no? ¿Estaremos ante el año del regreso del Estu a la ACB?