Viento en popa va el Bàsquet Girona, uno de los animadores de este corto verano hasta ahora junto a Palencia y Melilla. A los renovados Albert Sàbat y Olaf Schaftenaar se unen las llegadas de jugadores top como el retornado Josep Franch y ex Força Lleida Kaspars Vecvagars, que se juntan con jugadores de “trabajo” como Karamo Jawara y Jaume Sorolla y con apuestas como Pol Molins y un gironí que vuelve a casa como Èric Vila (1998 / 211 cm), hasta hace no mucho una de nuestras máximas promesas. Lejos de amilanarse ante los problemas de adaptación o las lesiones, el nuevo jugador del Bàsquet Girona prefirió quedarse en la NCAA y regresar con una carrera universitaria bajo el brazo, aunque ello supusiera un impás en su carrera baloncestística.

Nacido en Girona en el año 1998, fue uno de los valores más activos del Barça, a donde llegó muy de niño tras su paso por la cantera por equipos de Girona como el mismo jugador relataba y donde tras pasar por varias categorías de la cantera culé tuvo el premio de lograr debutar en ACB. Cuando tuvo una oferta del equipo culé en forma de contrato profesional prefirió, al igual que otros jóvenes de la cantera como Ramon Vilà o Jaume Sorolla, apostar por la aventura americana. El equipo que le reclutó fue Texas A&M (16/17), pero en el sistema americano los roles suelen estar muy marcados en universidades de primera fila y el joven jugador gerundense no encontró el golpe de pedal (11 mi, 2.2 pt). La marcha del entrenador asistente Rick Stansbury a Western Kentucky, que fue clave en el proceso de reclutamiento de Vila, fue otra piedra más en el camino, por lo que como suele pasar se encontró “obligado” un transfer request para irse a otro lugar (como él mismo contaba a Vavel) previo año en blanco (redshirt). Así, llegó a Fresno State la 17/18 para ser uno más del equipo pero sin poder jugar… y cuando la 18/19 sería la de su regreso, el entrenador que le había reclutado se marcha a UTEP.

Vila no tuvo dudas y decidió que no le volviese a ocurrir, yéndose antes del inicio de esa 18/19. El camino le dirigió a un escalón más bajo, recalando en uno de los mejores JUCO del país (Northwest Florida State), donde al menos sí podría jugar, volviendo a sentirse jugador (29 mi, 10.9 pt, 7.3 re, 2.0 as) a la sombra de Chris Duarte y Javion Hamlet. Su temporada no dejaba dudas y tendría varias ofertas para la 19/20, decidiendo de forma temprana volver con el entrenador Rodney Terry, yéndose a UTEP con él.

Sin duda, la 19/20 nos dejó destellos, pero sí que le faltó algo de consistencia, como él mismo reconocía. A pesar de volver a asomar la luz aparecía el coronavirus y lo paraba todo (25 pa, 21 mi, 3.1 pt, 5.2 re, 1.9 as). La 20/21 debería ser su última temporada, la de la explosión, y sin embargo no había rastro de noticias sobre Èric vila en las redes, hasta que él mismo explicaba lo duro que fue su último año sin poder ayudar al equipo por una lesión y que empezaba otro camino en el baloncesto profesional, algo que siempre había sido su objetivo.

¿Pero que Èric Vila nos encontraremos? ¿Ese jugador versátil que asombraba con el Barcelona y con las categorías inferiores de la selección? Recordemos que fue MVP de la final del Campeonato de España Júnior (12.9 pt, 5.9 re) que el Barcelona ganó en 2016, siendo clave en el ANGT (12.2 pt, 7.3 re) que también consiguió. Presente en las selecciones de formación con un papel de jugador importante, destacó sobre todo en el Mundial U19 de 2017, cuando tras un año sin oportunidades en la NCAA se fue a unos tremendos 13.0 puntos y 10.9 rebotes, demostrando también su buena mano en el U20 de 2018 tras un año en blanco en Estados Unidos.

Hace ya cinco años de ese momento que tambaleó los cimientos de la cantera del Barcelona, cuyo talento saliente analizábamos hace unas semanas. En ese momento justo, Vila era otro nombre que todos los medios encumbraban para luego ir olvidándole. Ese 2016 se fue a esa reunión de talentos que es el Basketball Without Borders con otros jóvenes de canteras españolas como Tadas Sedekerskis (en ACB con Baskonia tras un largo periplo para consolidarse) y Felipe dos Anjos (entre Oro y ACB), que nos sirven como ejemplo para ver lo complicado que es consolidarse en la élite y que el camino es largo y con contratiempos.

No podemos olvidar que es un jugador joven y que viene de un año de inactividad por su lesión del pie, del que, a tenor de los entrenamientos veraniegos, parece perfectamente recuperado. Vuelve un jugador más maduro que sabe lo que es el barro, pero con las mismas ganas e inteligencia a la hora de jugar que siempre tuvo. El Èric Vila actual es un jugador más hecho físicamente que el que dejó España, por lo que me costaría verle en el ‘tres’ a pesar de su buen manejo y lectura del juego.

Si tomamos como referencia su última temporada en juego vemos que era un jugador versátil que dominaba el juego desde varios posiciones. Sus 211 centímetros han cogido esos kilos para combatir, jugando en UTEP hasta de pívot, aunque en mi opinión su puesto ideal es el de ‘cuatro’. Muy cómodo en el pick and pop abriéndose para lanzar, no le importaba esperar para anotar en la línea del triple, siendo seguro en este aspecto. Activo en el rebote, sin tener la necesidad imperiosa de tener que anotar, es un jugador con un IQ que le permite ver el pase, continuar la jugada o leer el partido poniéndose en la posición adecuada.

Está claro que Èric Vila ha elegido una buena opción, retornando a casa y a un lugar sin presión, con un entrenador como Carles Marco al que le gusta el perfil de jugadores con las condiciones de Vila y que sabe cuidarles. Las lesiones y la mala suerte se cebaron con él, pero el baloncesto no se olvida y quién sabe si, como un Ave Fénix, Èric Vila volverá de nuevo a estar en boca de todos.

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