Cuando uno ve los nombres de un equipo puede pensar que con eso ya vale y todo es fácil, pero en la historia del deporte hay siempre casos que confirman que solo con eso no es suficiente y los fiascos son notables. El Real Betis Energía Plus tenía el cartel de megafavorito. Todo lo que no fuera subir directo parecía que sería una decepción, alcanzando la palabra fracaso si no lo hiciera de algún modo (directo o vía playoffs).

Tras los primeros cinco partidos de liga realizábamos una primera valoración, esas tres victorias en casa con dos derrotas fuera (Peñas y CBCV) eran la primera señal de que la LEB Oro era complicada y que el equipo estaba conjuntándose.

Nada más lejos de la realidad. Esas dos derrotas fueron las únicas de la primera vuelta y el cuadro verdiblanco fue una apisonadora. No dejaba rehenes, ganaba jugando mal, ganaba pulverizando rivales, ganaba en finales ajustados, ganaba defendiendo a muerte. Da igual quién estuviera en pista, cada jornada era uno, otro, daba igual el nombre, solo había una cosa común: la camiseta verde que picaban como cobras sedientas de sangre. Llegaba un outsider como Palma a casa y ganaban; el poderoso Bilbao y victoria; llegaba el equipo de moda en aquel momento (Palencia) y también se anotaban un triunfo a su casillero… Parece que los astros del calendario se conjuntaban con ellos y lograban así toda una vuelta sin conocer la derrota.

El triunfo de la Copa Princesa, con Thomas Bropleh como MVP y con la demostración de que eran el mejor equipo de la categoría, fue una muestra más. Dos derrotas fuera ante Palma y Bilbao no les hacían peligrar el ascenso, pero ponían fin a su racha y no romperían el record de victoria. Pero el equipo sevillano volvió a ponerse el mono de trabajo y de nuevo sumaba victoria tras victoria hasta conseguir el ansiado ascenso. Para el recuerdo, dos datos que apuntaba la FEB: “Es el campeón más precoz en la historia de la Liga, así como en el conjunto que ha sido capaz de promocionar a la Liga Endesa contando con un mayor número de triunfos de ventaja sobre la segunda plaza”.

Curro Segura ha sido el alquimista, el entrenador que ha conseguido evitar egos en pos de un objetivo común. Ha repartido minutos y responsabilidades, lo que ha hecho que el bético sea un equipo versátil con tantas opciones que los barcos rivales hacían aguas por todos los lados, pues no sabían por dónde parar los cañonazos. Así, ha sumado otro ascenso y ha demostrado que su libreto está muy vivo. También parte de este éxito ha sido la configuración de la plantilla por el director deportivo Juanma Rodríguez, asistido por Asier Alonso. Ocho jugadores fueron la columna vertebral, con una media entre 18-21 minutos. La mejor pareja de bases de LEB Oro y nacional (para más inri): Dani Rodríguez y Lluís Costa. En el perímetro, Johnny Dee fue el francotirador y Tobias Borg destrozaba defensas con su velocidad y verticalidad. Además, Thomas Bropleh actuaba como multiusos (hacía de todo y producía sin parar), siendo una agradable sorpresa. Otro pilar fue Pablo Almazán, que puso la casta, experiencia y saber estar.

Vía @benium11

Por dentro, solo dos jugadores, porque la rotación se iba hasta seis hombres, sino seguro que diez jugadores hubieran estado entre esos 18-21 minutos. El rookie Obi Enechionyia fue creciendo en juego y regularidad, siendo uno de los mejores rookies NCAA de la competición: su físico y tiro exterior para abrir las defensas fueron básicos para los verdiblancos. Básico también fue Matt Stainbrook: planta, rebote e IQ en la pintura, y sin necesidad de estar plenitud física para imponer su calidad.

Les han complementado el físico, potente, intimidante y currante Tunde Olumuyiwa, que llegaba desde Plata y se ha ganado adeptos y minutos, y el móvil Rinalds Malmanis, que también tuvo presencia. Menor protagonismo cobraron dos jugadores que podían ser titulares en muchos equipos: un clásico como Mamadou Samb y un Sandi Marcius que poco a poco demostró su nivel de antaño y dejó destellos.

Ahora, vuelven a la ACB, donde son un equipo clásico. Esta corta travesía por la LEB Oro les debe haber valido para poner las bases que sustenten el crecimiento y no les vuelva a pasar lo de fiasco tras fiasco. Con varios componentes con contrato por dos temporadas (a saber cómo son “las siempre desconocidas” cláusulas de corte), ahora no es cuestión de volverse loco y sí apuntalar con refuerzos de calidad una base ya hecha y con buena dinámica. ¿Nuestra petición? Ver a jugadores como DaniRo, Costa o Almazán en ACB. Sin duda, esos nacionales, como otros muchos, se lo merecen.