Tras contaros hace más de un año ya, la historia de Leandro Bredariol, recuperamos la sección vintage con otro exjugador madridista. En plena fiebre francesa en el Real Madrid (Guerschon Yabusele, Fabien Causeur, Vincent Poirier, Petr Cornelié) en la actualidad, viene bien recordar al primer francés que vistió la camiseta blanca: Samuel Nadeau (1982).

Nadeau nació en Colombes y empezó a destacar en Sarcelles, en una dura infancia en la que, como él mismo relataba, se levantaba a las 6 para entrenar cuando tenía 13 años, llamando ya la atención de las selecciones francesas de formación y de varios equipos, decidiendo finalmente integrarse en el Centro de Formación del Levallois. Tras un verano en el que tuvo sus problemas con la Federación Francesa por su tiempo de juego (de compañeros nombres como el NBA Mickael Pietrus, Parker, Turiaf, Diaw…), Nadeau decide dejar Francia convencido por un cazatalentos que quedó deslumbrado cuando le vio jugar un torneo en París animado por Babacar Sy. Así, llega en 1998 a Estados Unidos, al East Side HS de New Jersey, sin saber ni una palabra de inglés. Pero el baloncesto es universal y logra empezar a destacar con 17 puntos de media, aunque enseguida vuelven a venir los problemas. East Side es una escuela pública y no puede tener visa de estudiante; además, no hay rastro del intermediario que lo trajo a Estados Unidos y aparece su primer dilema: si regresa a Francia no podrá volver a EEUU a ser jugador de la NBA, pero si se queda será en términos ilegales, no pudiendo jugar tampoco con la selección júnior francesa. Pasa por momentos complicados, casi sin nada que llevarse a la boca, cambia de costa y llega a California para jugar en Artesia, volviendo de nuevo a destacar y a hacerse un nombre. Pero sufre una mentira de nuevo y no hay la visa por ningún lado. Pero su tortuosa historia no acabaría ahí. Aconsejado por su mentor en Francia, Babacar Sy, se decide por uno de los institutos que le propuso, realiza la prueba y el entrenador, seducido por su talento, literalmente se lo lleva a su casa y lo deja cerrado. Jugando un partido habla con un hombre de las gradas que resulta ser un exagente del FBI,  le cuenta lo que le pasa y le informa que la escuela le está secuestrando para ganar tiempo para que se bloquee su transferencia y obligarle a jugar con dicho equipo. El exagente se ofrece a ayudarle, libera al jugador y además le pone en contactos con los servicios de inmigración para regularizar su situación.

Por otro lado, y al mismo tiempo, se ve ayudado por Babacar Sy, que lo coloca en el Life Center Prep de Pennsylvania, un centro que seguro que os suena (si a los seguidores de LEB os digo Yohann Sangare, ¿qué?) y en el que recala el curso 99/00, habiendo ya acogido a otros jugadores franceses. Al fin solo debe pensar en baloncesto y da rienda suelta a su talento, siendo nominado tercer mejor jugador del estado (el primero había sido el exNBA DeJuan Wagner). Empiezan a llover las ofertas NCAA de centros potentes como Duke o UCLA y tenía un año más para hacer su elección entre el centenar de candidatas.

Pero en ese verano del 2000 sucedería algo muy importante: su madre, que es todo para él, cae gravemente enferma, y necesita dinero. Nadeau no duda en regresar a Europa, habla con Babacar Sy, que sabía del interés de varios equipos, y el Real Madrid, que está atento, envía a Clifford Luyk y se hace con los servicios de una joven promesa gala formada en Estados Unidos y “fuera del radar”. Ojo al contrato para un chico de 18 años que todavía no había hecho nada de forma estelar en el baloncesto en el año 2000. Él mismo narra que quería un buen contrato, negándose el Real Madrid a firmar lo que pedía porque las cifras eran de un novato de la NBA: pero finalmente Luyk intercedió y se llegó a un acuerdo con un contrato basado en bonificaciones. Las cifras que se han leído fueron desde un contrato de cinco años con un valor de más de un millón de dólares, a Jordi Román publicando en Mundo Deportivo que tenía un contrato de 70 millones de las antiguas pesetas (420.000 euros al año). El francés firmaba así con el conjunto blanco sin saber nada del baloncesto europeo y, obsesionado con la NBA, pensaba que el Real Madrid era un club solo de futbol, hasta que llegó y comprendió la grandeza del club merengue.

Su primera experiencia fue en una liga de verano de la ACB donde jugaría con otros extranjeros a prueba traídos por Clifford Luyk, como el clásico de la LEB Starosta, Votroubek o Raicevic, mostrando sus cualidades físicas pero dejando patente que la adaptación al básquet europeo iba para largo. Con la idea de tener minutos cuanto antes en el primer equipo para llegar a su objetivo de la NBA se encuentra con la cruda realidad de que el entrenador del primer equipo, Sergio Scariolo, que no participó en su fichaje, no cuenta con él ni quiere cederlo. Nadeau pasa una primera temporada de adaptación en EBA la 00/01 (18 mi, 8.4 pt, 3.5 re), siguiendo los mismo derroteros la segunda (01/02: 14.1 pt, 7.5 re, 2.2 ro), aún con Scariolo en el primer equipo y a pesar de su buena sintonía con Tirso Lorente, como declaraba para Endesa Basket Lover. Sin oportunidades en el primer equipo, en la EBA se salía mientras seguía entrenando sin parar. La 02/03 algo cambió y la llegada al banquillo de Javier Imbroda abría las oportunidades al joven francés, que se apoyaba en sus “hermanos” franceses del fútbol (Makelele, Anelka y Zidane). La oportunidad en ACB llegó, tras unas declaraciones informales de Zidane a un periódico deportivo, pero fue intermitente. Apenas jugaría 3 partidos (5 mi, 1.3 pt), pero con la vitola de ser el primer francés del equipo de la capital, en un curso donde en siguió destacando en EBA (14.1 pt, 5.7 re).

Ese verano de 2003, con las apreturas económicas ya soliviantadas y el sueño americano olvidado, Nadeau decide romper su contrato con el Real Madrid. Solo quiere recuperar sensaciones. En noviembre llega nada menos que al Limoges de la ProA francesa, pero tras una corta estancia decide salir porque no es lo prometido (4 pa, 3.8 pt, 1.3 re). Cancela el contrato y se toma el resto del año “sabático” para estar con su madre. La 04/05 hace una prueba con Vichy, la supera con creces y se gana un contrato de dos años, jugando un buen curso en Pro A (5.2 pt, 2.6 re) de más a menos, con lesión al final, manteniéndose en el equipo a pesar del descenso. Sin embargo, la 05/06 en ProB su protagonismo decrece (2.5 pt, 1.3 re). En ese verano de 2006 su exentrenador Javier Imbroda le recluta para el Melilla de LEB Oro. Empieza bien, pero recae de una lesión del pie y quiere regresar a Sarcelles para curarse. En sus adentros sabe perfectamente que significa que no volverá. De esta forma, a los 24 años decide poner fin a su carrera en un mundo profesional en el que no logró encajar. El gusanillo le siguió picando y durante años jugó en casa, en categorías amateur con el Sarcelles, mientras lo compaginaba con su trabajo de profesor de educación física y de educador deportivo. Escribió un libro como homenaje a su madre, tuvo un programa de televisión sobre la NBA y es una persona importante en el entorno social del lugar donde se crió y quiere permanecer: Sarcelles.

Agradecido por su paso por el Real Madrid, al cual considera una familia y al que volvería a elegir antes que el camino de la NBA, y con un gran recuerdo de la cultura española, Samuel Nadeau fue otro jugador que no logró cumplir con todas las expectativas que generó en su momento, pasando a la historia por ser el primer francés que militó en las filas del Real Madrid. Alguien puede pensar que perdió su gran oportunidad, pero realmente logró su objetivo: ayudar a su madre.

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