Hace unos días volvimos a recibir un nuevo texto de otro jugador de LEB. Después de leerlo nos quedamos pensativos y difusos con una muesca de preocupación. Como bien nos explicaba el jugador, cuyo anonimato mantendremos para evitar represalias, el texto en cuestión había sido una suma de ideas para sacarse de dentro esa desazón, siendo algo que nunca se había planteado y surgiendo solo. Hace no mucho publicábamos otra carta del estilo en Los cambios no llegan, donde además analizábamos muchos puntos de interés de la situación.
Desde nuestro punto de vista de aficionados, compartimos la sensación que produce el escrito al visualizarlo, esperando que los que lo lean no se queden en el titular fácil o en dar caña al de siempre, sino que se replanteen los propios integrantes y los que están fuera apoyando en que en la UNIÓN está en la fuerza. En que a lo mejor no puede haber más de 150 equipos repartidos por las diferentes tres divisiones. En que hay que buscar fórmulas sostenibles para que los jugadores tengan derecho al paro, porque algunos ni siquiera llegan al derecho de subsidio completo. No es echar culpa sobre los equipos, pues muchos de ellos hacen lo que pueden; incluso para la mayoría de sus dirigentes supone más pérdidas que ganancias. Es buscar la fórmula, replantearse, los propios organizadores, cómo mejorar esta situación. Cambios. Quizás en vez de buscar el método fácil o el beneficio propio habría que renunciar a una parte de ese beneficio absoluto para que fuera un beneficio de todos.
En una época tan complicada y, no nos engañemos, con una situación sanitaria que es la que es, todo va ir a peor, sobre todo a nivel de patrocinios, ausencia de ingresos por falta de espectadores… Parece clara que la unión es la palabra básica. Desde fuera uno se queda helado cuando lee noticias como la que daba a conocer Segre, que señalaba que la FEB dejará de suministrar los test a partir de la tercera jornada, momento a partir del cual los equipos deberán correr con los gastos. Un gasto sobreañadido surgido porque sí cuando has tenido seis meses para pensarlo, pero preferías poner las decisiones en el tejado de otro. Y cuando has visto que la decisión tomada por el CSD en forma de recomendación (donde no había muchos momentos de hacer test) era sin duda un riesgo sanitario para las personas (no olvidemos que los jugadores son personas) sacas un nuevo protocolo “en silencio” y “para dentro”, ya que buscando en la web de la FEB solo hemos encontrado el anexo de protocolo para las ligas femeninas. Aunque qué podemos esperar si no se han molestado ni en cambiar las bases de Oro (hará falta el tema de refrendarlas, imaginamos), donde siguen los dos ascensos. Pero no nos desviemos. Así que, sin más dilación, os dejamos con las reflexiones de este jugador de LEB.
La precariedad de las ligas FEB
Cómo ser un deportista profesional pero no ser reconocido como tal. Esta es la cruda realidad que los jugadores que participan en las ligas FEB deben ir asumiendo con el paso de cada temporada. Deportistas que dan su completo compromiso por el club y a cambio reciben un salario que, a veces, y más de las que podéis pensar, son una auténtica miseria.
¿Existe alguna diferencia entre las ligas EBA, Plata y Oro? Por supuesto que sí, dentro de cada liga podemos encontrar proyectos deportivos más consolidados que otros y que, por lo tanto, van a poder ofrecer mejores condiciones para sus jugadores. Sin embargo, me atrevería a decir que en la gran mayoría, excluyendo a ciertos proyectos deportivos, esa diferencia no es tan abismal como muchos pueden llegar a pensar, ya que, lo que el jugador obtiene por un lado, lo puede perder por el otro. Con un ejemplo siempre se entiende mejor; si ciertas condiciones mejoran, como la económica, puede que otras condiciones pierdan valor o desaparezcan, como la manutención de los propios jugadores.
La liga EBA es considerada una liga semi-profesional, donde la mayoría de los equipos no disponen de grandes recursos materiales y económicos y deben realizar grandes esfuerzos para sacar sus proyectos deportivos adelante. Suelen entrenar tres o cuatro tardes a la semana (y que me perdonen aquellos que entrenan cinco tardes a la semana) más algunas sesiones de mañana que suelen ser realizadas por los jugadores que vienen de fuera. Aún en esta liga podemos encontrar jugadores que consiguen compaginar sus estudios presenciales o su puesto laboral, con la actividad deportiva del club.
Las ligas LEB Plata y Oro no sé qué son consideradas (ahora sí lo sé). Para algunos, estas son consideradas una liga profesional y para otros, estas siguen formando parte del baloncesto semi-profesional. Yo las definiría como unas ligas precarias. Ambas ligas se componen de muchos equipos que viven al día para cumplir con sus obligaciones y tan solo un pequeño porcentaje son proyectos deportivos estables. Estamos hablando de unas ligas donde el nivel de compromiso exigido a los jugadores es enorme y la compatibilidad con otras actividades se reduce drásticamente. Es complicado, por no decir casi imposible, encontrar jugadores que puedan compaginar unos estudios presenciales (y ya no digo un puesto laboral) con dobles sesiones diarias de entrenamientos o largos viajes durante el fin de semana.
Por lo general, el jugador extranjero suele ser una pieza mayor cotizada que el producto nacional, y quizás te preguntes el porqué de este estatus, y solo puedo decirte que eso mismo me sigo preguntando cada temporada. No es que los extranjeros que vengan sean unos “pescados” (que también los hay), sino que el producto nacional, aun estando realmente cualificado, no es percibido y tratado como tal.
Es sabido por todos aquellos involucrados en estas ligas que la gran mayoría de nacionales suelen tener una nómina baja, y sí, vale, existirán algunos casos de jugadores que obtengan unas mayores cantidades a final de mes, pero la gran mayoría obtiene una nómina muy por debajo de la que debería percibir. ¿Y sabes por qué? Porque no tenemos un salario mínimo establecido y al paso al que vamos avanzando no parece que lo vaya a haber en un futuro… ¡Ah! Y por si no lo sabias, muchos jugadores cobran algunas cantidades (o la totalidad) del salario mensual en negro. Sí, lo acabo de decir. Es un secreto a voces que toda persona involucrada en las ligas FEB conoce. Y no, no suele ser por deseo del propio jugador, sino por intereses económicos de los clubes que evitan realizar un gasto mayor debido a los impuestos en sus ya ajustados presupuestos.
Y con estas magníficas condiciones salariales, ¿es posible pedir el subsidio por desempleo o el paro tras la finalización de la temporada? Claro que lo es, siempre y cuando hayas acumulado el número de horas trabajadas para solicitar dicha prestación. Ahora es cuando os cuento mi experiencia y me imagino que la de la mayoría de jugadores en mi estado si están dados de alta (si es que son dados de alta) en las ligas FEB: estamos registrados con un contrato de 12 horas semanales. Sí, vuelve a leerlo: 12 horas semanales. Teóricamente cuando preguntas como empleado cómo puede ser esto, es lo mínimo exigido por la Federación Española de Baloncesto, y seguramente suele ser a lo que la mayoría de equipos tienden a acogerse cuando toca dar de alta al jugador en la seguridad social. ¿Cómo te quedas? ¿Pero esto cómo va a ser posible? Pues así es, totalmente legal.
Por supuesto que habrá equipos que entrenan más y otros que entrenen menos, pero la totalidad de los equipos que componen estas ligas pueden estar rondando las 12 horas de entrenamientos. Y sí, estas son el mismo número de horas teóricamente exigido por la propia Federación. Sin embargo, estas 12 horas tan solo computan las horas acumuladas de lunes a viernes. ¿Y el fin de semana qué? Sí, espera, que ahora viene lo más guay de todo esto. Te pongo un ejemplo: llega el fin de semana y resulta que tienes partido en la otra punta de España. ¿Cómo que en la otra punta? Pues eso, que te toca viajar desde el norte del país hasta el sur de este para jugar un partido de baloncesto. ¿Y qué viajáis en avión? Ja, ja, ja… ¡Y a veces incluso me dejan dirigirlo si el piloto me conoce! Volviendo a la realidad, nos toca viajar en autobús (algunos equipos incluso lo hacen en furgoneta) y este tipo de viajes suele rondar las 10/12 horas en total: horas de carretera, paradas obligatorias del conductor, paradas para comer… Y que no se te olvide que después del partido toca hacer el mismo camino de vuelta, lo que implica otras 10/12 horas de viaje. En resumen, te has pegado todo el fin de semana viajando en autobús para jugar un partido de baloncesto y toda esta cantidad de horas no quedan reflejadas en tu vida laboral, ya que en teoría nuestros contratos son de la clase de “deportistas profesionales”. ¿Estoy diciendo con esto que no merezca la pena? Para nada, estamos metidos en este deporte porque nosotros queremos y estamos dispuestos a realizar grandes esfuerzos y llegar a lo más alto a través de nuestro esfuerzo, trabajo y sacrificio, como otros jugadores han hecho antes. Pero no me vengas diciendo que es una liga profesional con contratos a tiempo parcial del 30%. Así no.
Post COVID-19
Nos encontramos ante una situación completamente nueva para todos. El virus sigue con nosotros y tiene pensado quedarse un buen rato más. Han pasado ya varios meses, siete para ser exactos, desde que nuestro país se parase por completo, y por ende, el mundo del deporte. Las ligas FEB se acabaron cancelando (con todo el sentido y la lógica del mundo) y solo la ACB pudo retomar su actividad a través de una especie de burbuja en las instalaciones deportivas del Valencia Basket Club.
Retomando hasta la actualidad, y con la temporada 2020/2021 dando sus primeros pasos, la FEB tan solo se ha encargado de una cosa: ampliar el número de equipos participantes para recaudar más dinero. Ah, sí, se me olvidaba: y de subir contenido irrelevante en las redes sociales. Tengo la sensación, y creo no ser el único, de que después de todos estos meses la FEB no ha sido capaz de comprender la situación actual que estamos viviendo (estamos en mitad de una pandemia, señores, por si a alguien se le ha olvidado) y ha optado por no intervenir en cuestiones importantes con respecto a sus competiciones, esperando que sean otros, como nuestro querido CSD, quienes tomen las decisiones.
Creo que no me equivoco si afirmo que la gran mayoría de los integrantes de las ligas FEB, sino todos, hemos llegado a pensar en algún momento de estos meses (yo aún lo tengo presente) que va a ser inviable que realmente podamos competir durante la temporada. Hace unas semanas el CSD emitía un comunicado en el que descartaba un protocolo para el deporte no profesional (que no, que no somos considerados deportistas profesionales, entérate ya). La noticia en sí me pareció surrealista. ¿Cómo podía el CSD dejarnos tirados de tal manera? A las pocas horas de hacerse oficial, los deportistas y clubes afectados expresaban su profundo malestar ante dicho comunicado. Sin un protocolo, el deporte no profesional quedaba totalmente desamparado. El CSD volvió a reunirse a los pocos días y tras “intensas y extenuantes horas de reunión” consiguió sacar un protocolo sanitario para la vuelta a las competiciones deportivas. ¡Y vaya protocolo!
Quiero aclarar que entiendo el enorme gasto económico que supone realizar test semanales a lo largo de toda la temporada. Que realmente solo hay ciertas ligas, como la ACB, que puedan hacerse cargo de dicho coste, ya que disponen de mayores presupuestos (contratos televisivos, patrocinadores, subvenciones…) que aquellos que podemos encontrar en nuestras queridas ligas FEB. Y es aquí donde estamos ante una espada de Damocles (sí, acabo de hacer referencia a una historia de la Antigua Grecia) donde los ya ajustados presupuestos de los clubes tendrán que volver a desplazarse una vez más un agujero para apretarse aún más el cinturón ante una Federación siempre atenta al cobro de sus cuotas, con la impresión desde dentro de mirar hacia otro lado sin importarle la salud de sus equipos mientras la suya no se vea afectada. Por otro lado, debemos comprender que si no disponemos de los recursos y herramientas necesarias para asegurar la salud de nuestros deportistas cómo vamos a realizar dicha actividad deportiva a lo largo de la temporada. Está claro que no es sencillo y el riesgo 0 no existe, pero debemos admitir y ser conscientes de que estamos jugando a ser dioses y que tarde o temprano, a mi parecer, sin cierto control, nuestras ligas volverán a sufrir los efectos de los contagios y volverán a suspenderse (o cancelarse) como ya paso allá por marzo. Pero no olvidemos que esta vez han dispuesto de seis meses para intentar, reitero, al menos intentar, haber tenido un protocolo sanitario deportivo que aun no siendo totalmente perfecto, fuese al menos realista en base a la situación actual del país y donde los equipos pudieran haber preparado una partida en el presupuesto a sabiendas.
Recientemente, la FEB tomó una de las primeras medidas, por no decir la única, en referencia a sus ligas. Los clubes fueron notificados de que la propia FEB sufragará los costes de los test de antígenos… durante las tres primeras jornadas de competición, y a partir de la cuarta jornada serán los clubes quienes deberán sufragar dichos costes, para los cuales la FEB ha diseñado un estupendo documento donde se reflejan los precios asociados a cada test. Según este indica, el coste de un test de antígenos es de 8€, que dirás tú “pues tampoco es tan caro”, pero si los multiplicas por la totalidad de integrantes de la plantilla (incluyendo jugadores y staff técnico) y por la cantidad de partidos que se jugarían a lo largo de la temporada, esta cifra aumentaría hasta rondar los 3.000€, a sufragar por los propios clubes, cuyos presupuestos probablemente no puedan soportar este coste añadido. ¿Pero qué p*** broma es esta?
No son pocos los que braman que si tanto amamos nuestro deporte, no nos quejaríamos tanto de dicha precariedad, y que si no nos gusta la situación que tenemos aquí, siempre estará la opción de irse al extranjero; pero que mejor dejemos de quejarnos porque en la vida hay que aceptar las cosas como son y mantener siempre una mente positiva. Y cuánta razón llevan, ¿verdad? Porque claro, siempre hay que pensar en positivo independientemente de lo que ocurra a nuestro alrededor. Y una mierda. A eso se le llama no querer afrontar los problemas que tenemos ante nosotros y conformarnos con lo que nos vamos encontrando a lo largo del camino. Como miembros de estas ligas debemos luchar por nuestros derechos como jugadores y ya va siendo de hora de que alcemos la voz y mostremos nuestro descontento con el rumbo que las ligas FEB están tomando.
Es obvio que no tengo la solución ante dicha situación, pero sí que pienso que tenemos más poder del que pensamos (o nos hacen creer que tenemos) y que tenemos ante nosotros la oportunidad de intentar conseguir ciertos cambios que afecten a nuestra situación actual y, sobre todo, a los que están por llegar. Las ligas FEB no van a cambiar del día a la noche, eso lo sabemos todos, pero sí que pueden ir tomando una dirección que mejore nuestros derechos como deportistas. Sin movimiento, nunca habrá cambios y yo creo que ya es hora de cambiar las cosas. ¿Y tú?
NOTA. Zona de Básquet no se hace responsable de las opiniones vertidas en el texto anterior.