Sacamos un poco de tiempo en Zona de Básquet y retomamos las entrevistas. Tras hablar hace unas semanas con Jesús Gutiérrez (entrenador del imbatido Aquimisa Carbajosa), aprovechamos ahora para charlar con Adrià Alonso (Martorell, 1983), que dirigió esta campaña a otro equipo que dominó la categoría (CB Vic Universitat de Vic). Un entrenador que, a pesar de su juventud, ya suma varios ascensos y experiencias, pasando por cantera ACB, LEB Plata y volviendo a lograr este curso un nuevo ascenso (aunque no se llevará a la práctica). En definitiva, una larga e interesante entrevista para descubrir la historia de Adrià Alonso.

ZdB – ¿Cuándo decide Adrià Alonso ser entrenador? ¿Vocación, casualidad o paso normal tras la época de jugador?

AA – En el momento que me incorporé como jugador al CB Cornellà empecé a realizar tareas con jugadores de la escuela. Tenía muy buenos recuerdos de mis primeros entrenadores como jugador (Xavi Cortijo, Fede Mallofré…). Creo que lo de entrenador lo llevas dentro y el día que empiezas y realmente ves lo que conlleva ya estas “atrapado”… Poco a poco, una vez dentro del mundillo, se despertó en mí la pasión y hasta el día de hoy.

ZdB – Tus primeros pasos son en la Escuela de Cornellà, luego pasas al Basket Almeda y acabas volviendo a Cornellà. ¿Cómo recuerdas esos primeros pasos ya lejanos?

AA – La verdad es que tengo muy buenos recuerdos de esos inicios, no me puedo quejar de lo que empecé a vivir ya siendo muy joven. En la Escuela del Cornellá supongo, como todos, empecé ayudando en equipos de la escuela, intentando aprender al máximo. Pronto mi curiosidad era la de poder llevar esos entrenos y partidos, y en Cornellà era complicado, era muy joven y había muy buenos entrenadores, y me salió la oportunidad de entrenar en el Basket Almeda.

Ya en Almeda, club también de Cornellà de Llobregat, tuve la suerte de que creyeron en mí y poco a poco, pese a mi juventud, pude ir entrenando equipos desde mini hasta júnior. En aquella época yo aún era jugador de CB Cornellà, teóricamente “rivales”, pero la verdad que todo fueron facilidades. Recuerdo con mucho cariño esa generación del 94 cuyo crecimiento pude disfrutar desde escuela hasta llegar a infantil o el de la generación júnior (conseguimos plaza en Preferente, si no me equivoco el primer equipo masculino de la historia del club en conseguir jugar la júnior a máximo nivel autonómico). Fueron años de mucho aprendizaje y crecimiento, de muchas experiencias no siempre positivas pero que sin duda sin ellas no habría un “después”. Además, esa primera etapa, que siempre marca mucho, me dio al que a día de hoy es mi mejor amigo, alguien que es como un hermano para mí que es Óscar Cuesta.

Ramón Reigada y Raúl Lorenzo se pusieron en contacto conmigo para volver al CB Cornellà, la verdad no me lo pensé dos veces, creo era el momento y que alguien como Ramón (entrenador que le tengo una especial admiración) me llamara y confiara en mí me abrió los ojos rápidamente. Me ofrecieron la posibilidad de iniciar el ciclo cadete de la generación 94, una generación en la que el club tenía muchas ilusiones depositadas. Sin duda, ese ciclo de dos años fueron mi primera incursión en baloncesto de élite catalán, con una generación liderada por Sergi Hernández y Sergi Bosch entre otros muchos, que culminó en su segundo año con la disputa de un campeonato sectores de España donde el CAI de Javi Marín y compañía nos privó de lograr, en un último partido de infarto, un sueño como el ansiado Campeonato de España. Como os digo, esos dos años fueron muy intensos en todos los aspectos, me han marcado mucho. Entrenadores como Ramón Reigada o Óscar Navarro me enseñaron y me arroparon mucho, por descontado Raúl Lorenzo desde la dirección técnica.

Después de dos años con la generación 94 el club me pide que vuelva a repetir llevando la generación cadete del club, esta vez con la del 95, además de empezar con labores de ayudante del primer equipo en EBA, entrenado por Jordi Martí. Año muy importante para mí, sobre todo psicológicamente, debido al fallecimiento de mi padre. Una generación que había sufrido muchos cambios y perdió a su principal jugador (Aureli Luquero, que ficha por el FC Barcelona), pero que culmina con la disputa de una merecida F4 donde el Manresa de Marc García nos deja a un paso nuevamente de disputar ese Campeonato de España. Sin duda, un auténtico éxito y una experiencia vital para todos los integrantes que yo creo que nunca nos habríamos imaginado el poder llegar hasta donde lo hicimos.

A nivel de primer equipo, esa primera experiencia no pudo ser mejor, campeones de la Liga Catalana y Fase de Ascenso a LEB Plata. Una temporada muy intensa en todos los aspectos.

El club, con la salida de Óscar Navarro, me ofrece la opción de llevar el júnior A, la generación que había llevado dos temporadas en cadete (la del 94), pero esta vez en su último año júnior. Además, seguiría con mis tareas dentro del primer equipo, que fueron muy importantes para mi crecimiento. Una generación que había perdido a su jugador más importante, que había fichado el por el FIATC Joventut de Paco redondo. En contrapunto, conseguimos incorporar a dos jugadores muy importantes como Ferran Ventura, que sería de primer año, y Toni Gómez, además de conservar el bloque que en cadete había dado tantas alegrías. Ese grupo trabajó como nunca, increíble el nivel en todos los aspectos de esos jugadores. Nos queríamos intentar quitar la espina del año cadete pero ese año, esa generación júnior era muy muy competitiva. El Barça con los Chuso, Zigulin, Spires… La Penya de los Homs, Sevillano y todos los del 95… El Girona de Kulikov, Yankuba Sima… No le podemos pedir más a lo que vivimos, otra F4 jugada esta vez en casa, donde tuvimos al Barça contra las cuerdas en las semifinales, fallando Ferran Ventura unos tiros libres que seguramente nos habrían dado el pase a campeonatos… Una experiencia única para todos que sin duda es el reflejo de mucho trabajo de esos jugadores, la lástima es que no pudieron disfrutar de un sueño, pero después subieron muchos de ellos y fue una generación de muchísimo talento. Para el club y para mí, una suerte disfrutar de tres temporadas juntos.

Mi último año en Cornellà fue nuevamente en júnior, combinado por tercera temporada con Jordi Martí en el primer equipo y la generación del 95. Con el trío formado por Ferran Ventura, Aureli Luquero y Oriol Muñoz se consiguió realizar una temporada 12/13 de completo ensueño. Un equipo que supo trabajar y sufrir y que, llegados esos momentos, donde te da un plus, los sacó. Cornellà es un club que en los 11 años que pasé entre jugador y entrenador siempre ha sido como una pequeña familia. Me acordaré siempre en el partido que nos podía dar acceso al Campeonato de España que disputamos contra Girona que esos jugadores tuvieron en mente el poder ganar ese partido para dedicárselo y disfrutar de un premio que sus antecesores del 94 no pudieron disfrutar. Fue una tarde mágica, el preludio de lo que viviríamos en el campeonato de Pontevedra y Marín, donde creo que esa parte de la historia la conoce todo el mundo. Sin duda un último año en Cornellà de culminación de muchas cosas, de sueños cumplidos y de un esfuerzo de muchas personas para que saliera todo genial.

ZdB – Tal vez esa 12/13 es la temporada en la que tu nombre empieza a sonar con más fuerza.

AA – Sin duda esa temporada, como he dicho, fue increíble. Lo que ese equipo llegó a crecer exponencialmente a su trabajo y a su confianza fue muy importante. La repercusión del Campeonato de España la valoras todavía más con el paso de los años, cuando un equipo que no es cantera ACB consigue lo que esta generación hizo jugando con jugadores formados en la casa, con la guinda de Ferran Ventura, Nil Deix o Jordi Cardiff.

Fue un premio a mucha gente no solo de esa temporada, a todos los directores técnicos que confiaron en esos jugadores, la mayoría desde mini en el club, quemando todas las etapas formativas y a sus entrenadores que sin prisa hicieron crecer a esos jugadores año tras año.

Finalmente, creo que el proyecto dio sus frutos. Los entrenos con el primer equipo, el trabajo de tecnificación… Es un premio que pude disfrutar en primera persona, pero era un premio global para mucha gente. Fue muy bonito todo lo que pudimos vivir en Pontevedra y Marín.

ZdB – La 13/14 dejas Cornellà y cambias nada menos que a la Penya, para llevar el Cadete B y ayudar en diversas tareas de sesiones individuales. ¿Cómo es llegar a una entidad con la solera del Joventut?

AA – Fue un cambio en todos los aspectos. Fue lo mejor poder entrenar a un Cadete de primer año con la generación del 99 de los Busquets, González, Molins, Galán…

Me acogieron estupendamente, hicieron que mi adaptación fuera rápida a una dinámica y a un método especial y diferente. Estar en la Penya es un máster diario, vayas a la pista que vayas aprendes cosas y eso es muy importante. Además, coincidí con entrenadores como Alex García, que me ayudó muchísimo en ese primer año, y conté con el apoyo de Pep Giró o Santi Chico. Ese año, donde la formación de los jugadores es lo más importante y competir es quizás algo secundario, me vino genial para poder trabajar con mucha tranquilidad y dedicación para el grupo y aprender diariamente de los entrenos de mis compañeros, de Carles Duran con el vinculado o de Salva, Sama y Lluís con el primer equipo.

ZdB – La 14/15 te haces con el Júnior y no defraudas: campeón de Cataluña, mejor entrenador de la categoría por la FCBQ y subcampeón de España. ¿Cómo fue ese año y qué generación de jugadores tenías a tus ordenes?

AA – Sin duda, una sorpresa para mí que después de solo un año creyeran que el más indicado era mi persona para llevar el Júnior de la Penya. Mucha ilusión, aún recuerdo perfectamente las palabras exactas que Jordi Martí me dijo para darme la noticia. Un día muy emocionante.

La generación mezcla del 97 y 98 con los Xabi López-Arostegui, Neno, Real, Amo, Onwuka, Bieshaar… y junto con Maat Harms, que completó para mí una enorme generación quizás falta de algo de confianza, donde pudimos trabajar en un año importante dentro del ciclo para esos jugadores. Muy importante fue que Agustí Julbe fuera el entrenador del equipo vinculado, creo que nos unimos mucho y nos apoyamos en todo momento, una amistad que a día de hoy es otra de esas personas vitales para mí.

No fue fácil esa temporada. Mucha presión en varios aspectos, combinada con derrotas que a la vista de la gente no se puede permitir el Júnior de la Penya, pero creo que fue muy importante para cómo llegó el equipo a los momentos importantes de la temporada. Mucho trabajo y horas que se cuajaron con la consecución del Campeonato de Cataluña.

Después, durante el Campeonato de España, esa confianza de la que hablábamos, el equipo se dejó llevar, disfrutó en la pista y consiguió la victoria en las semis contra el Unicaja de Belemene, Viny Okouo… Solo el mejor equipo Júnior de la historia, creo, con Yusta, Barreiro, Dos Anjos, Cate, De la Rúa… y un cadete MVP como Luka Doncic nos dio esa medalla de plata que, para mí, es como si fuera la de Oro. Sin dudar, una semana de baloncesto increíble, intensa y a la vez agotadora que nunca olvidaré.

ZdB – La 15/16 das un giro y aunque ya habías estado en dinámica EBA nunca lo habías hecho como primer entrenador. ¿Qué te impulsa a dar ese cambio y fichar por Sant Nicolau Sabadell?

AA – La Penya, dentro de cambios en su estructura, decide no contar conmigo. Si la noticia de que iba a llevar el Júnior fue una sorpresa para mí, la de no tener opción de seguir entrenando fue un duro golpe, ya que creía que se había realizado un buen trabajo. Pero de todo se aprende y seguramente salí fuerte de esa situación. Muy agradecido por todo lo que pude vivir allí, es un club y una entidad única.

Mi intención inicial era aceptar una oferta que me salió para seguir trabajando con una cantera ACB pero fuera de Cataluña. Una decisión completamente personal me hizo a última hora no coger ese tren y fue cuando Cesc Cabeza, director técnico de Sant Nicolau, me ofrece la opción de coger el equipo, pues el entrenador que tenía ya fichado no se podía hacer cargo por motivos laborales.

Otro cambio radical, primero porque era mi primer año Sénior como primer entrenador, un equipo en cuya confección no tuve nada que ver y en el que no conocía a muchas jugadores (creo que solo conocía a Marc Sobrepera). Pero quizás por todo ello fue genial trabajar allí. Los resultados deportivos no fueron del todo buenos, algo nuevo para mí, ya que llevaba muchas temporadas, además de formando jugadores, obteniendo resultados, pero la implicación y trabajo de todo el mundo fue genial. Una EBA muy dura y jugadores que no tenían experiencia en esa liga. Supimos competir y luchar, además, la llegada en invierno de Guim Expósito nos dio un salto de calidad, un jugador que lo que necesitaba era poder brillar con luz propia.

Sant Nicolau es una gran familia, fue un año en el que además de ser padre me hizo estar con un gran grupo de gente. Un primer año Sénior duro pero lleno de aprendizaje y pese a no tener los resultados que todos queríamos guardo un enorme recuerdo de ellos, cómo trabajaron…

ZdB – Llegas a Martorell la 16/17, equipo vinculado a Manresa, y dais el pelotazo, siendo dominadores del Grupo C y posteriormente logrando el ascenso. ¿Cómo se consigue esa dinámica y ser un rodillo?

AA – Yo soy de Martorell. Cuando el presidente por entonces, Miquel Fusalba, que me conocía perfectamente ya que su hijo Albert formaba parte de la plantilla de Cornellà que fue cuarta en Marín, me hizo una ilusión especial volver al club donde empecé a jugar de pequeño y es de esas cosas que siempre sueñas… No me lo pensé dos veces la verdad.

No fue nada fácil el realizar la plantilla. Martorell está a unos 25 kilómetros de Barcelona y eso con la cantidad de equipos que hay hace difícil a veces que los jugadores se quieran desplazar. Con paciencia y algo de suerte conseguimos cerrar una plantilla quizás no con enormes nombres de inicio, pero un bloque muy sólido en todos los aspectos, además de competitivos. Solo con tres veteranos (Oliva, Fuentes y Morales) y el resto de jugadores por debajo de los 23 años se hizo una plantilla con mucha hambre.

La vinculación con Manresa con jugadores como Guillem Jou, Deng Mayot, David Jofresa y la llegada en septiembre de Jordan Sakho hizo apuntalar una plantilla con mucho recorrido.

Una pretemporada muy dura. Tenía claro que debíamos empezar duros y con tantas caras nuevas creí que las sesiones eran necesarias. La Liga Catalana nos dio esa moral a un equipo joven, muy joven y el 6-0 de inicio de liga y el trabajo diario de todas las partes reafirmó lo que a la postre se convirtió en una temporada histórica para el club y para todos.

El último mes que vivimos cuajando el Campeonato de Conferencia, Liga Catalana y ascenso a LEB Plata fue seguramente el mes más intenso que he podido vivir hasta la fecha.

Hay que destacar que la relación con Manresa, con Pere Romero, Ibon Navarro y todo su equipo, fue clave. La unión de todo y el ir todos a una sin descuidar al jugador fue clave para todo lo que se consiguió.

ZdB – La 17/18 se culmina en los despachos el ascenso y es tu primer año en Plata. Proyecto modesto, problemas de lesiones, jugadores en doble dinámica… pesaron en un mal inicio, aunque estabais cogiendo el pulso y se veía una mejora del juego. Imaginamos que esos meses fueron un aprendizaje enorme, ¿verdad?

AA – Fue difícil cerrar la plantilla, por inexperiencia seguramente, por desconocimiento no sé… Teníamos que realizar apuestas y ser pacientes con las cosas y sobre todo no ponerse nerviosos con la nueva realidad. Todo era nuevo para el club y evidentemente para mí. De nuevo una plantilla joven pero creo que con talento para, sufriendo, salvar las cosas si se hubiera dado todo de cierta manera.

Soy un entrenador para el que la pretemporada es básica, supongo que como para casi todos. El encaje de muchas cosas… Fue muy dura ya que la Liga Catalana nos llegó muy pronto, compitiendo con dos rivales de Oro como el Força Lleida y el CB Prat de Arturo Álvarez (que acabó a un paso de subir a ACB), y nos puso muy rápido seguramente en una realidad que tampoco era la nuestra, pero nuestro trabajo era bueno.

Todo ello unido a que en Manresa cambiaron muchas cosas. La primera, que era equipo de LEB Oro, cambió de entrenador, de director técnico… Demasiados cambios que indirectamente nos afectaron a nosotros también.

El colofón fue que el primer partido de liga era ni más ni menos que contra Granada en su casa. El equipo venía de jugar el Circuito Movistar y jugar ante casi 4.000 personas en tu debut no es fácil… y así fue.

El equipo entendió que no pasaba nada, que nuestro trabajo era bueno y que las victorias llegarían. Bajo mi punto de vista, la falta de cohesión, debido a que no éramos capaces de realizar sesiones como equipo por lesiones y entrenos con el primer equipo, nos hizo no poder sumar victorias, siendo dolorosas porque llegamos a perder hasta 5 de 7 partidos por menos de 4 puntos, teniendo en la mayoría la opción muy real de ganarlos pero no siendo capaces de cerrar el partido. No es excusa de nada, no hacíamos más que trabajar, levantarnos y seguir trabajando adaptándonos, como es evidente, a nuestra realidad.

Llega por fin la primera victoria contra Murcia, pero sin tiempo a saborear nada viajamos al Parque de Albacete (había jornada por semana) y nuevamente derrota por un punto con tiro en último segundo de Covington. Esa sí fue dura.

Nuestro día a día era bueno pero el club ya se puso nervioso. Creo que no se era consciente de la realidad del equipo y de los otros equipos de la liga a muchos niveles, pero supongo que todos aprendimos de ello. Fue una enorme experiencia que, evidentemente, no acabó como quería, además que creo que el club no me dio la salida que merecía a una persona de la ciudad.

ZdB – La pasada temporada no entrenaste. ¿No te convencieron las ofertas, te centraste en tu vida laboral, necesitabas desconectar…? Hemos visto en el confinamiento que cuando los entrenadores están sin la rutina de entrenar hacen mil cosas, ¿qué hiciste ese año en “stand by”?

AA – Hubo un cúmulo de cosas. El último año en Martorell fue muy duro, sobre todo mentalmente. Primero tenía que “descansar”, recargar pilas y dedicar algo de tiempo a mi familia. Después, las cosas que fueron saliendo eran proyectos muy inestables (seguramente la mayoría son así) y no me acabé de decidir por nada. Soy un entrenador que tengo que creer en ese proyecto, en esa tarea que debo realizar que sin ese “gusanillo” no puedo dar lo mejor de mí.

Aceptado que seguramente no entrenaría, al menos de inicio, me dediqué a formarme mejor, reciclarme al máximo. Inglés, temas de scouting, visionado de muchos partidos de muchas ligas diferentes, ver entrenos en directo de casi todas las categorías… Al final, en no parar.

ZdB – Llega la 19/20 y vuelves a los ruedos. Vic, que acaba de descender de Plata, confía en ti para volver a recuperar ese puesto. ¿Cómo te sientes cuando firmas en verano?

AA – Empiezan a llegar cosas, pero tenía claro a dónde quería ir por proyecto y por recomendación de ciertas personas que son de mi entorno de confianza, y una de ellas se dio, Vic. Fue todo muy rápido, no dudé en aceptar. El feeling con su presidente, Ramón Luna, y su mano derecha, Jordi Verdaguer, fue inmediato, una manera muy similar de ver las cosas y unos objetivos de crecer a medio plazo con humildad y trabajo.

Estaba muy contento, como un niño con zapatos nuevos. La sensación de volver a tener que pensar “solo” en básquet para hacer una plantilla me hacía sentirme genial.

ZdB – Empiezan a conocerse los nombres de la plantilla: Pep Ortega, Roger Fornas, Adrià Baiget, Julià Garrote, Xevi Torrent… ¿Estabas “asustado” de meter tantos gallos de corral en el equipo o enseguida notaste que es gente veterana que sabe adaptarse a la perfección a lo que piden las situaciones y el equipo?

AA – Teníamos claro cuáles eran nuestros objetivos y la tipología de plantilla que queríamos. Los nombres se empiezan a dar, también porque los propios jugadores al enterarse del proyecto se enganchan, no por un tema económico, sino cada uno por sus razones, pero tenían ganas de un proyecto así.

Hicimos una plantilla con el 50% de gente de Vic, no sé si alguna vez se había dado algo así. 10 jugadores en plantilla: 5 veteranos y 5 jóvenes. Todos ellos dispuestos a trabajar como los que más desde el día 1. Y así fue. Creo que el perfil de todos ellos, independientemente del nivel que tuvieran, era de gente que ha bajado al barro y que lo haría si era necesario, si lo unimos al talento, que no hay que negar que lo había y mucho, creo se consiguió una mezcla muy buena.

Como entrenador, además de dejar nuestra filosofía clara desde el principio (el equipo está por encima de cualquiera de ellos) y adaptarnos ambas partes, ha sido muy bonito y no sé si repetiré el poder trabajar con un grupo tan profesional.

Además, para que todo ello se dé, lo que rodea a todos ellos: mi ayudante Pepe, Marcos (preparador físico), Guillem (fisioterapeuta), Pietro (delegado) y, como no, la Junta, que nos ha ayudado en todo y que ha hecho que sea increíble lo que hemos vivido.

ZdB – Hasta que el COVID-19 lo paró todo, la temporada no podía ir mejor: eráis líderes del Grupo CA, con solo dos derrotas. ¿Cómo estaba siendo la temporada?

AA – Muy buena a nivel de trabajo, muchas horas, por encima seguro de las horas que la mayoría de equipos EBA realiza, pero cuando las cosas van saliendo y las que a veces se pueden torcer entre todos se reencamina de inmediato, creo que poco más le podíamos pedir.

Seguramente menos lesiones, sobre todo al principio donde la jornada 2 y 3 solo teníamos 6 jugadores disponibles. El compromiso de los jugadores con el equipo, forzando incluso más de lo que la salud requería, y la ayuda de jugadores del segundo equipo y Júnior nos dieron victorias que fueron importantes para darnos moral para seguir con toda esa aventura. Un grupo muy trabajador y con las ideas claras.

ZdB – En Cataluña, la Lliga Catalana EBA goza de gran prestigio e incluso se organiza una F4. ¿Haber conseguido este título supuso una muestra de que se iba por el buen camino?

AA – La Lliga Catalana EBA siempre digo que es especial, muchas veces quizás no se le da la importancia que tiene, ya que las fases previas se hacen en pretemporada y claro siempre llegan muy pronto en fechas, pero es una competición diferente y la F4 es un fin de semana de baloncesto EBA (allá donde se juegue es un ambientazo).

En nuestro caso, creo que no éramos el equipo que llegaba en mejores condiciones por varios factores, pero hicimos dos partidos muy serios (tanto las semifinales como la final), sabiendo sufrir y estar juntos para en los momentos decisivos sacar lo mejor de nosotros. Fue muy bonito el poder ganar ese título. Además, el club hacía, creo, 10 años que no lo ganaba. Un premio para todos y sobre todo al trabajo que se realiza.

ZdB – No queremos pasar la oportunidad de preguntarte por tu juego interior. Juntar a Pep Ortega, Roger Fornas (lesionado) y Alfons Alzamora no lo pueden hacer todos. ¿Cómo te adaptas?

AA – Siempre he dicho que trabajar con ellos ha sido un privilegio para mí, lastima la lesión de Roger, un golpe muy duro en la primera jornada. Con la llegada de Alfons insertábamos a una pieza diferente a la que de inicio teníamos pensado en el juego interior, pero la verdad es que todos ellos ponen las cosas muy fáciles, primero porque piden trabajar, competir, querer más y eso para un entrenador es genial; además, para los jóvenes del equipo y del club son espejos donde se pueden mirar.

A nivel de juego está claro que todas las partes nos tenemos que adaptar para sacar el máximo rendimiento y que evidentemente el equipo no pierda la identidad que queremos independientemente del jugador que esté en pista. La calidad y la personalidad de cada uno son geniales para la práctica de este deporte y sus carreras así lo muestran. Respetuosos con este deporte y con sus compañeros y rivales. Es increíble el poder disfrutar de ellos juntos.

ZdB – Dos jugadores completaban la rotación interior. ¿Qué nos puedes contar del “rookie” canadiense Zac Overwater? ¿Le ves capacitado para jugar más arriba? En una competición con tan pocos nacionales jóvenes interiores, ¿cómo has visto a Sandro Crespo, ex Barça y CBA?

AA – Zac es un jugador con mucho talento, además de un enorme físico. Sin duda, puede jugar más arriba y lo merece. Trabajador y gran persona. Nunca es fácil para un jugador rookie estar fuera de casa, además el tema de los papeles y la nueva normativa no ha sido fácil para él. Llegó a principio de temporada para entrenar, integrarse con el grupo sin poder competir y regresar a Canadá para, por fin, poder regularizar todo y por fin ayudarnos en pista. Mucho mérito su capacidad de superación y sobre todo adaptarse al baloncesto europeo. Espero que tenga suerte porque es un perfil diferente y especial, para mí de los pocos que se pueden encontrar.

Por su parte, Sandro ha realizado un gran trabajo. Tuvo que olvidarse de su edad e inexperiencia para suplir lesiones y la falta en partidos de Zac y respondió. Talento y físico para un jugador que tiene un gran margen de mejora y que con confianza es capaz de muchas cosas. Importante que siga trabajando y que allá donde vaya confíen en él y en sus virtudes: capaz de abrir el campo, ayudar defensivamente y gran juego sin balón, por decir alguna de ellas. Un lujo para él tener al lado a los compañeros que ha tenido, de bien seguro ha aprendido mucho.

ZdB – Por fuera, tres jugones como Julià Garrote, Xevi Torrent y Adrià Baiget. ¿Un poco en tono de broma, les marcabas algunas jugadas o les dejabas hacer con su facilidad para generar?

AA – Jugadores acostumbrados a ser referentes allí donde han estado. Siempre dijimos desde el día 1 que una de las claves más importantes era compartir el balón y creo que se ha realizado y ellos lo han realizado a la perfección, muchas veces dejando a sus “egos” a un lado. Eso dice mucho de ellos.

Yo soy un entrenador que da mucha libertad a sus jugadores, trabajando muchos conceptos y dejando a esa capacidad de lectura y talento que salga a relucir, si además se juntan sus cualidades solo puedo decir que he disfrutado como un enano con ellos y con el resto. Han crecido muchísimo, sin descuidar la parte defensiva, que para mí es muy importante; con jugadores enfocados al ataque, ser la segunda mejor defensa de los dos grupos dice mucho de su compromiso de trabajo.

ZdB – Queremos que nos hables de Guillem Sabatés, que llegó al equipo desde el Salt, donde era referencia, y se acopló perfectamente a esa función de sexto hombre. Un jugador con varios registros y buena capacidad ofensiva.

AA – Yo sinceramente creo que no hay sexto hombre o titulares en este equipo. Y ellos lo saben. Entrando en Guillem, es un jugador que os definiría como un diamante en bruto. Su evolución no hará más que crecer si se trabaja con él. Capacidad de trabajo y dedicación enorme, además de inteligente y gran persona. Su físico privilegiado y un T3 rozando porcentajes muy muy elevados hacen de él un jugador que, sin duda, espero, suba de categoría para seguir demostrando su valía.

Ha mejorado sus detalles y su capacidad defensiva, muy importante para rendir y ser importante dentro de un equipo y no un simple especialista. Siempre pensando en el equipo, realizando muy pocos malos tiros. Un jugador con un perfil diferente, sus 195 centímetros le permiten jugar al 2 o al 3 (o incluso defender a un 4). Repito, un diamante en bruto. Orgulloso de su trabajo, evolución y compromiso.

ZdB – Dos jugadores que ya estaban en Plata con el equipo, este año han sido piezas del engranaje y con tanto nombre “famoso” se les conoce menos. ¿Cómo juegan y qué aportan Jordi Iglesias y David Vidal?

AA – Creo que ha sido su año más regular, han sido muy importantes para nosotros por todo lo que nos aportan. Jugadores con mucha calidad y que aportan una energía diferente al equipo, que ha sido muy importante. Jordi ha crecido mucho a nivel de dirección de equipo, dándonos muy buenos minutos de dirección, anotación y defensa; además de una alegría que en todo equipo es muy necesaria y más en momentos difíciles. Bajo mi punto de vista, ha demostrado que puede ser capaz de liderar a un equipo EBA sin problema.

David, para mí, ha tenido un papel muy importante en el equipo, al igual que Jordi. Sus 1×1, juego sin balón, ayuda en el rebote en ambas canastas y su intensidad defensiva, además de la versatilidad que nos da, hacen de él un jugador que, con confianza, puede intentar buscar oportunidades más arriba. Como decís, quizás no tienen el nombre de otros pero su trabajo e importancia es clave en un equipo.

ZdB – La FEB decretó el punto de final de la competición hace unas semanas y Vic fue el campeón del Grupo C, obteniendo el derecho al ascenso a LEB Plata. Imaginamos que contento por el logro y, a la vez, triste por no poder conseguirlo en la cancha, ¿verdad?

AA – Todo lo que estamos viviendo es excepcional. Está claro que queríamos jugar esa F4 de conferencia y después la Fase de Ascenso, quien diga lo contrario estaría mintiendo.

También soy de los que piensan que el trabajo se debe premiar y el premio es merecido, no por trabajar ni más ni menos que nadie, sino porque hemos sido los más regulares y faltando 5 jornadas para finalizar no es casualidad la posición del equipo, al igual que la de Tarragona, Carbajosa, Enrique Soler u otros equipos.

La decisión que tomara la FEB nunca sería fácil, pero que no haya descensos y sí ascensos creo es lo mejor dentro de cómo estaba todo. Sí quiero recalcar que quizás sería el momento para que todas las partes, FEB y clubes, sobre todo, recapacitaran sobre las condiciones que hay en general. Quizás es el momento de redefinir muchas cosas.

ZdB – En una sucesión de acontecimientos y probablemente derivado por todo lo acontecido y lo que queda por venir, Vic, que había hecho un proyecto fuerte para subir, ha renunciado a ese derecho a jugar en Plata y tú anunciabas que no seguirías en el equipo. Aunque tal vez esta pregunta no sea para ti, ¿qué ha sucedido para no dar ese paso? ¿Han decidido ser previsores?

AA – Como he comentado antes, todo lo que se está viviendo es completamente excepcional. Como decís, esa pregunta no sea quizás para mí, pero con lo que he vivido sí que pienso que puedo dar mi humilde opinión al respecto.

¿Ser previsores? No lo sé. Si sé que ni se ha intentado estudiar la viabilidad del proyecto en Plata, quizás no se hubiera podido porque es evidente que nos espera una crisis, pero ni esperar a ver qué costes tendrá la competición, qué dicen los sponsors… No se ha valorado el trabajo que este equipo ha realizado durante toda la temporada en muchos ámbitos, no solo el deportivo. Un equipo con el 50% de jugadores de Vic que ha vuelto a enganchar a la gente de la ciudad creo que se merecía algo más de consideración. Entrando un poco en mí, ya que me habéis preguntado, es el presidente Ramón Luna quien me da la noticia de que la nueva junta no me ofrecerá la renovación dentro de esos cambios que se avecinan en el club. Ramón y su “gente”, los pocos que quedaban de esa junta con aquel proyecto, se desvinculan del club a los pocos días por discrepancias con la junta entrante y sus decisiones.

Hay que explicar que ha habido un cambio de directiva durante el confinamiento, cambiando radicalmente la visión del club. Toda la gente que llevaba este proyecto ya no forma parte del club y se tiene que dar valor a lo que esa gente ha realizado, al menos respetar su trabajo. Los cambios de rumbo son respetables, las personas entran y salen, es normal, pero creo que nada ha tenido que ver el hecho de ser previsores o no, sino simplemente cerrar un modelo con el que la nueva junta no está de acuerdo e implantar el suyo. Respetable. El tiempo dirá si ha sido bueno o malo para el club y la ciudad. Lo que se pierde es un enorme grupo que ha trabajado para un objetivo y que ni siquiera se ha intentado que se cumpla lo que para muchos era un sueño por diversas razones.

ZdB – ¿Cómo te planteas el futuro ahora mismo? ¿Esperar otra oportunidad de volver a los banquillos, irte al extranjero u otras facetas como ser entrenador asistente en las categorías de arriba o formación?

AA – Ahora mismo y con la incertidumbre que hay es difícil todo en general. Está claro que quiero entrenar y espero que esa oportunidad aparezca.

No me cierro ninguna puerta al respecto. Tengo un sueño y quiero cumplirlo siendo yo mismo, sé que hay varios caminos y no me importa ir a ellos, pero sí siendo fiel a mi identidad y mi trabajo. Creo que de todo se aprende. Me he formado para poder realizar tareas de asistente si se diera esa opción, intensificando mi inglés por si sale esa oportunidad, básicamente intentar mejorar cada día para estar preparado.

ZdB – ¿Cómo te gusta que jueguen tus equipos?

AA – Intento que mis equipos tengan un juego alegre, rico técnica y tácticamente y, como os he comentado, me gusta que los jugadores puedan sacar lo que llevan dentro, guiarles pero dejando ese toque que para un jugador es importante, está claro que cada nivel requiere de más o menos de ello.

Me gusta defender y trabajar muchos detalles defensivos para que después el jugador, al igual que ofensivamente, pueda tomar decisiones: presionar, cambiar, ser agresivo en BD, intentar mandar desde la defensa…

Posesiones no muy largas intentando que el juego en transición sea fluido, lo más imprevisible posible y evidentemente adaptado a mis jugadores para sacar lo mejor de ellos en virtud del equipo.

Yo no os podré decir si eso es un 50-50, si sé que todas las partes tienen que poner de ello y evidentemente el entrenador ser capaz de aquello que no funciona, analizar el porqué y modificarlo o adaptarlo sin perder su identidad pero que el jugador tampoco la pierda.

ZdB – ¿Qué entrenadores te han marcado?

AA – Supongo que cada etapa te marca en ese sentido y te deja referentes o espejos para intentar aprender. Está claro que cuando empiezas siempre piensas un poco en los entrenadores que como jugador tuviste, es por ello que los primeros que os diría serian tres: Xavi Cortijo (mi primer entrenador), Fede Mallofré (la primera vez como jugador que gané algo fue con él) y Miki Larraz (me enseñó como jugador ese baloncesto a primer nivel formativo). De ellos siempre tendré alguna cosa.

Una vez ya en el “mundillo”, por llamarlo de alguna manera, nombraré a Ramón Reigada y Jordi Martí, fueron espejos para mis inicios y aprendí muchísimo de ellos. Además, he tenido la suerte de tener a grandes rivales como Paco Redondo, Marc Calderón o Jordi Serra, sin duda de los mejores formadores catalanes que hay y siempre se aprende de ellos.

Por último, aquellos entrenadores de “otro” nivel como Jota Cuspinera. Cuando le conocí personalmente como tutor del CES me encandiló, aún recuerdo cada una de sus charlas y por suerte a día de hoy, junto con Agustí Julbe (otro monstruo del baloncesto que merece ser grande en este deporte), son amigos y referentes en muchas cosas. Pedro Carrillo es otro incondicional para mí, me ha ayudado en esa tarea de asistente y en ser uno mismo para cumplir un sueño.

No puedo olvidar a Carles Duran y Salva Maldonado junto a Lluís Riera y Samaniego, porque les vi tantas horas en la Penya que era increíble el cómo trabajaban. Y de más actualidad Pedro Martínez, Pablo Laso, Txus Vidorreta, Ibon Navarro, Aíto o Saras, aunque últimamente estoy bastante enganchado a muchos detalles de Àlex Mumbrú con Bilbao.

Además, he podido aprender mucho en otros aspectos del baloncesto de Pere Romero y Xavi Dorado. El baloncesto no es solo la pista y hay que formarse en todo lo posible.

En fin, es tan ilimitado el aprender que depende de cada uno el querer hacerlo.

ZdB – Durante el confinamiento tú mismo has dado charlas e imaginamos que has visto bastantes también. ¿Tienes alguna recomendación o hay alguna que te haya marcado?

AA – Si este confinamiento ha servido de algo es para tener una parrilla casi ilimitada de charlas, hilos tácticos y el poder formarse como entrenador muy buena.

Yo recomendaría las charlas de SINEB y los clínics Aula entrenador de Mataró, los hilos tácticos de Lluís Riera o Joan Plaza y foros de debate como los de Pere Purrà.