Cerca de comenzar una nueva vida, se plantea un futuro desconocido, un nuevo camino, con una nueva línea de salida, pero sobre todo con mucho trabajo por delante para aquellos que dedican sus horas a la formación y el progreso de miles y miles de jugadores que verán afectada su forma de entrenar y entender el deporte.

Después de esta pandemia, que ha cambiado y cambiará muchas cosas, me he dibujado un escenario siempre basado en una opinión personal, un futuro, quizás el futuro que me gustaría hacer real, un futuro pensando en soluciones para adaptar el cambio en nuestros estilos de vida a la situación que viviremos en esta nuestra “bendita locura”.

Lo primero en lo que pienso es en el jugador, el jugador que lleva en casa más de un mes, sin contacto con el balón, con la pista, con sus compañeros, con los consejos, con las exigencias, con la realidad de día a día, desde el jugador profesional hasta el niño alevín. Esta es para mí la base de todo, en esta nueva etapa, debemos pensar en los jugadores, en lo que será mejor para su cuerpo, para su mente y para su futuro.

Pienso que las competiciones como hasta ahora las hemos vivido y disfrutado tardarán mucho tiempo en volver, incluso a veces creo que nunca más volverán a ser iguales. Lo que no quiere decir que tengamos que vivir maldiciendo el futuro ni añorando el pasado, simplemente nos tocará adaptarnos, algo que los entrenadores hemos hecho cada día de nuestra vida.

Habrá que afrontar el futuro sin miedo, sabiendo que hay que encontrar un nuevo formato para el entrenamiento, un nuevo escenario para la competición, pero sobre todo habrá que encontrar la fórmula para que todos aquellos que tienen el baloncesto dentro de sus necesidades básicas tengan la posibilidad de seguir mejorando para tener un presente y un futuro mejor.

Durante estos 40 días he visto al colectivo de entrenadores dar muchísimo, compartir conocimientos de forma bestial y admirable, de hecho, creo que ningún otro colectivo ha abierto sus puertas de la forma que lo han hecho los entrenadores, acercando realidades de todos los niveles, incluso compartiendo y descubriendo situaciones sin miedo, claro ejemplo de que el entrenador español ocupa un lugar privilegiado en el mapa porque se lo ha ganado a pulso.

¿Cómo será el entrenamiento? Pues yo pienso que cambiará el formato, se invertirá lo que hemos estado haciendo hasta ahora, y el trabajo colectivo pasará a ser puntual. Se plantea el reto de ser capaces de conjuntar el trabajo individual y personalizado con un momento semanal para tratar de hacer funcionar al colectivo.

Así lo imagino yo, entrenamientos individuales o con grupos muy reducidos durante la semana y una sesión colectiva por semana, reduciendo al máximo los riesgos de contacto físico y teniendo siempre muy presente la salud por encima de cualquier otra cosa.

¿Cómo serán las competiciones? Pues yo las imagino tan distintas que a veces lo pienso y “me da miedo”, creo que se jugarán partidos una vez al mes, dos o tres partidos al día, en función de las categorías. Aquí se plantean muchos retos, el primero la preparación física. Si hasta ahora ya los “prepas” se han vuelto imprescindibles en nuestro día a día, ahora serán, si cabe, aún más importantes.

También tendremos que ser capaces de adaptar el trabajo semanal (mensual en este formato que yo imagino) a la competición de un largo pero intenso día. Esto nos evitará un montón de desplazamientos y obligará a que las instalaciones deportivas también tengan que dar un paso adelante para que los fines de semana sean centros de entrenamiento. Quizás ya es buen momento para empezar a buscar soluciones en ese sentido para que al volver no tengamos que quedarnos en casa por falta de instalaciones…

Este es un cambio que yo personalmente creo que deberíamos haber afrontado sin necesidad de haber sufrido este descalabro sanitario, ya que pienso que muchos partidos y desplazamientos se hacen por inercia y sin beneficio, pero esto, como todo, es una opinión muy personal.

¿Cómo afectará a los entrenadores? Pues aquí yo creo que vendrá el mayor de los cambios y aquí incluyo mi deseo personal de que así sea. La figura del entrenador pasará a ser una figura clave e indispensable en el deporte. Se multiplicarán las horas de trabajo por 12, hará falta convertir el entrenamiento en un TRABAJO, tan digno como otro cualquiera. Estos cambios exigirán una dedicación exclusiva, un trabajo medido para que tanto los jugadores de forma individual como colectivo tengan una progresión palpable. Dejarán de servir las excusas de que solo se entrenan dos días por semana, habrá que ser capaces de hacer mejorar el colectivo a través del trabajo individual, dando un giro de 180 grados a aquello que veníamos haciendo de ser capaces de mejorar de forma individual trabajando el colectivo.

Esto hará que muchos entrenadores tengan que elegir sus caminos, que muchos jugadores que quieran seguir subiendo escalones lo hagan apoyados en su trabajo diario, en su constancia, y los que reclutan buscarán perfiles e ítems diferentes a lo que venía siendo habitual. Los equipos querrán fichar jugadores conociendo sus rutinas diarias, sus hábitos, su reacción ante la exigencia, ya no brillarán tanto los resultados en los CV, sino el proceso para alcanzar las metas.

Puede que esté equivocado porque es una opinión personal, pero estoy seguro que, de la forma que sea, volveremos a adaptarnos…

Con mucho respeto

Jorge


Autor: @jfcampomanes