Puede parecer fácil escribir unas líneas en las que se desgranen los datos estadísticos y se plasmen las distintas causas que vienen a la cabeza cuando se busca explicar lo que está pasando para que el Liberbank Oviedo Baloncesto ocupe a estas alturas de temporada uno de los puestos de descenso a LEB Plata; sin embargo, al que suscribe, habitual ocupante de un asiento en Pumarín, le cuesta que le fluyan las palabras, como si el aspecto sentimental quisiera hacerse presente.

La realidad es que el OCB es un club ya asentando en LEB Oro, un “clásico” de la categoría como lo son otros de otros de más solera, pero que cumple su séptima temporada en Oro. En este tiempo se ha convertido además en un habitual de los playoffs, en los que ha estado en cinco de las seis veces en que ha jugado en la liga, siendo la única ausencia la de la temporada 14/15 en la que el corte de los equipos de playoffs se produjo pronto, quedando el OCB finalmente décimo, incapaz de culminar el paso adelante necesario para un equipo que en ningún caso estuvo en peligro de descenso.

Y entonces, ¿qué ha pasado esta temporada 19/20?, ¿lesiones, mala dinámica, menos calidad…? La realidad es que, como suele ser habitual en este tipo de situaciones, no hay una única causa y ni siquiera hay una que predomine de forma clara.

A la renovación del cuerpo técnico tras una exitosa temporada de liga regular (4ª posición en la 18/19, superando las expectativas) y una amarga caída en los cuartos de final ante COB, se añadió este año la continuidad del bloque duro de la plantilla, lo que no se había conseguido en otros años, en la que siguen el capitán Víctor Pérez, Arteaga, Jakstas, Nuutinen y Llorente, con el añadido del fichaje relámpago de Álex Reyes, una de las sensaciones nacionales de la competición .

Al no poder lograr la continuidad de otras piezas como Ahonen, Geks o Van Zegeren, hubo que buscar reemplazos, sin contar para ello con el músculo económico suficiente, así que llegó el turno de la “fábrica de fichajes” que se ha sacado de la chistera en multitud de ocasiones el cuadro asturiano, con Héctor Galán a la cabeza. Se incorporó a un “desconocido para muchos” como Guim Expósito, un internacional islandés como Gunnar Ólafsson, un clásico como Devin Wright, al que se contrató por dos años para afrontar la escasez de cincos de garantías en el mercado, y Tre’ Coggins, que cumplía el requisito de conocer ya la competición, tras su paso por Clavijo, lo que redunda en beneficio de la rápida adaptación de la plantilla. Por último, a final de la pretemporada llegó un combo forward temporero como Blázquez.

La idea a priori parecía clara: se apostaba por un equipo que viviera menos del triple y que fuera más físico, de más intercambios, con más juego sin balón y capaz de crearse sus propias canastas. Sin embargo la planificación me dejaba ciertas dudas y la pretemporada no sirvió para despejarlas, con cierto caos y partidos en los que no se veían grandes cosas, un preludio de lo que ha sido el comienzo de liga. Y las lesiones, claro. Resulta chocante, y será casualidad, que en un momento donde las cargas se miden hasta límites insospechados en las preparaciones físicas hasta tres jugadores tuvieran roturas musculares. Para más inri, eran jugadores nuevos (Coggins, Guim y Olafsson) y en posiciones exteriores.

Comenzó la temporada, los fieles socios se reencontraban con sus compañeros de grada y el equipo ofrecía una imagen muy seria con la que vencía en casa al todopoderoso B the travel brand Mallorca Palma. Aunque en la segunda jornada llegó la primera derrota, a domicilio ante un Breogán que no hizo prisioneros en un partido en el que la segunda parte levantó las primeras ampollas, tal vez el primer momento clave llega en la tercera jornada con la visita de un siempre correoso COB. Un tercer cuarto para olvidar, con un equipo totalmente dejado, hizo que Pumarín viera como su equipo se ponía -17 abajo. El equipo, espoleado por su público, casi logra completar la remontada para llevarse la victoria, pero no fue así: segunda derrota del año y sobre todo crítica del entrenador a su equipo por la pérdida de identidad.

No tuvo la oportunidad el OCB de redimirse a domicilio, al no poder disputarse el partido de Lleida, por lo que el siguiente duelo volvería a ser en Pumarín, ante AFANION CB Almansa, un recién ascendido que no conocía la victoria, pero que cuenta con jugadores que saben jugar al deporte de la bola naranja y con un entrenador como Perelló, con un plan de partido muy marcado: “aguantar 35 minutos y llegar vivos a los 5 últimos”, tal y  como declaró en ExpeLEB Basket. Esa fue la idea y así la ejecutaron: el OCB tuvo dominado el partido, pero no pudo matarlo… y se le fue escapando, de forma tan surrealista como la última canasta, en una jugada en la que, sin estar en bonus, decidieron defender sin falta, dejando que Bobby Harris consumiera tranquilamente los segundos para acabar rompiendo a sus defensores como él sabe. 70-72 y primeras alarmas.

Tras el varapalo, jornada intersemanal y doble cita a domicilio, quizás positiva para alejarse de la “dudosa presión” generada por ganar en Pumarín. En la primera oportunidad, partido sin historia ante un TAU Castelló superior durante los 40 minutos y en el que la mejor noticia fue ver a Arteaga siendo él mismo, maximizado por la lesión de Wright; en la segunda, visita a Riazor, plaza que suele darse bien al cuadro asturiano, y además ante un rival con un estilo de juego que podría no venirles mal si no les entraban los tiros. Al fin el plan de partido salió y llegó la segunda victoria.

Con una sonrisa al fin y un balance de 2V-4D volvía el baloncesto a Pumarín con la visita de un Chocolates Trapa Palencia enrachado para protagonizar un nuevo enfrentamiento de los que gusta ver en Oviedo, pero la ausencia de los dos cincos fue determinante ante un equipo que venía a velocidad de crucero y que acabó imponiendo su ley.

Desde el club se salía a transmitir tranquilidad, porque al final y al cabo el equipo nunca se había visto en una situación así desde su ascenso a LEB Oro. Pero todo cambia por completo en la jornada 9, en la que visita al HLA Alicante se convierte en un verdadero baño, con derrota por 90-54 y el runrun intensificándose entre los que seguimos la actualidad del equipo día a día. La respuesta del club llegó a final de semana: corte de Coggins y Olafsson, hecho oficial un viernes, lo que unido a las lesiones de Wright y Blázquez dejaba un equipo en cuadro antes de recibir al líder Carramimbre CBCV. Tirando del base de 168 cm del equipo nacional, Sergio Arias, y realizando un partido muy serio, el OCB aguantó 37 minutos ante un equipo que está líder porque juega con ideas claras, en equipo, con roles definidos y haciendo un buen baloncesto. Tras esta nueva derrota, la reconstrucción se ha completado esta misma semana con la salida de Guim Expósito y la llegada de dos jugadores de calidad y conocimiento de la LEB Oro como Jorge Sanz y Davis Geks.

Vista la historia de los acontecimientos, está claro que la arriesgada apuesta de contar con un único base puro no ha salido como el año pasado con Ahonen, pero es que cualquiera que hubiera visto a Coggins jugar en Clavijo sabía que distaba mucho de ser un uno, y no más que un dos americano sin problemas para jugarse los balones que hagan falta. Pedirle a Guim Expósito, un jugador sin experiencia en las LEB y que no es un base puro, que tuviese un “máster por adelantado” en llevar la manija, era un poco una locura que solo desembocó en la pérdida de confianza hacia el jugador y en el bloqueo de este cada vez que saltaba timorato a la cancha. Se ha repetido pues una historia que ya había sufrido el OCB en la temporada 14/15, en la que Bassas fue el único base: volver a intentarlo con Llorente parecía cuanto menos un riesgo considerable, no porque Llorente no sea un gran base, que lo es (letal a juego abierto y con dominio del bloqueo directo), sino porque con él lo que pega es otro base director, lo  que se espera que ahora sea Jorge Sanz.

Pero no solo es una cuestión de ritmo y control del juego. También el ataque se ha convertido en una pradera espesa en la que la circulación del balón de la temporada pasada ha pasado a mejor vida. Este es un equipo sin ideas desde la pretemporada, en la que la aparición del brasileño Leo Meindl tapó las carencias de los perfiles repetidos y las ausencias. Ahora los rivales sobremarcan a un Álex Reyes que anota de forma espectacular teniendo casi siempre una mano en su rostro. El juego individualista de Coggins no ayudaba y los problemas físicos/víricos del capitán Víctor Pérez han pasado factura a un jugador que no se esconde y que siempre que puede tira del carro, como demostró en el último cuarto contra CBCV. La inoperancia de Olafsson, un jugador invisible a la hora de aportar delante y atrás, unido a la nula confianza en Guim dejaba un perímetro sin apenas descanso para los hombres claves. La pintura, en otras épocas zona de martirio rival, ha pasado durante varios partidos a mejor vida. Óliver Arteaga no recibía el balón, y sin él en el poste poco podía hacer más allá de seguir partiéndose el pecho aunque no estuviera físicamente al 100%. Tras Reyes, los dos cuatros son los que acumulan más minutos: el lituano Jakstas ha cumplido en varios partidos, y aunque es capaz de grandes acciones a veces desespera verle perder tantos balones como un base, como confirman las estadísiticas; por su parte el finlandés Matti es un jugador de los que dan equilibrio en la sombra, pero que necesita que el equipo esté bien para el brillar, porque no genera con balón, por más que sea un jugador muy interesante cuando se abre para el triple o gana la posición a su par inferior físicamente.

Otro gran rival en estas situaciones es la cabeza: una mala dinámica se carga a cualquier equipo, incluso al mejor. No se puede vivir del pasado, del “si ese partido…” y solo se debe mirar hacia delante. Ahora ha llegado savia nueva y eso se debe notar también en este aspecto. El añorado base que encarna la figura de Jorge Sanz debe coger protagonismo, sobre todo para dar orden, hacer que el juego fluya y, algo que hace muy bien Sanz, no perder balones (una de las principales lacras del equipo). Su sola aparición estoy convencido que transmitirá seguridad y se olvidará esa situación de pánico entre los aficionados que se sentía en algunos momentos cuando el equipo subía el balón. El retorno de Geks, ha sido una gran oportunidad. El letón aportará patas atrás, algo de lo que adolecía el equipo tras su marcha y la de Meana, y además en ataque podrá abrir las defensas, porque, aunque los números digan que el equipo no está mal en los triples, las sensaciones son otras, siendo el equipo que menos tiros hace de la competición.

Otro aspecto a recuperar debe ser el tono físico. Las lesiones y el fallo cometido en la configuración de la segunda unidad han provocado verdaderas minutadas en la primera, a la que le falta oxígeno en los minutos decisivos. La recuperación de efectivos y contar con dos piezas con conocimiento de Oro se debe notar y también debe facilitar la entrada de las fichas 10, 11, y 12, ocupadas por Blázquez, Chuchi (solo 8 minutos en 2 partidos, doblando en EBA con Gijón) y Arias (valentía ante CBCV), dando empaque y haciéndoles saber que son importantes en el juego y no solo por las circunstancias. No puedo pararme en este punto sin añorar al filial de EBA, pues no es solo la marcha de un base joven que hubiera dado mucho a este OCB 19/20 como era Alonso Meana (que ante una oferta educativa y deportiva que no podía rechazar se fue a USA), sino también la falta de un Bouzán que ofrecía ganas y muñeca desde el triple en los minutos que le daban, y, cómo no, la presencia silenciosa de Felipe Braga. Tal vez la torre brasileña de EBA no jugaba en Oro por su condición de extracomunitario, pero ayudaba en los entrenamientos, en los 5×5 y permitía el descanso de los centers del equipo, lo que hace pensar que a lo mejor no venía mal un pequeño esfuerzo (si se puede) para una 12ª ficha en forma de quinto interior para ayudar sobre todo en los entrenamientos, y visto el tema de lesiones, salir a dar algunos minutos de relevos.

¿Cómo se presenta el futuro? Pues en estos casos, lo mejor es centrarse en el trabajo de uno mismo, sin mirar la tabla, e ir a objetivos cortos no más allá del partido siguiente. La resurrección del COB en la 17/18 es un ejemplo para todos aquellos equipos que quieren salir del pozo de la clasificación. El objetivo inicial de la temporada, los playoff debe olvidarse y quedar en un baúl bien guardado, porque primero el equipo debe mostrar su identidad y unir el orgullo que salió a flote como Palencia y Valladolid con el buen juego, y sobre todo no volver a olvidar que a domicilio hay que competir también. Siempre.

Con la recuperación del partido pendiente de la jornada 4 en Lleida, ahora el OCB afronta tres partidos en ocho días. Y sí, son tres finales pero no el fin del mundo, pues tras la jornada 12 quedarán otras 22 que el equipo puede afrontar al fin con la estructura de lo que su nombre indica: un equipo.

No quiero dejar de agradecer su papel a la afición, a los mil que siempre están, cómo se vuelcan con el equipo, aplaudiendo y animando. Y a las personas que conforman el club, porque gracias a ellos disfrutamos en vivo de la LEB Oro. Qué contraste con la vergüenza ajena que siento al ver como “diferentes personas con diferentes siglas pero mismos actos” a los que llamamos Corporación Municipal llevan años pasándose la patata caliente, mareando la perdiz, engañando con “localizaciones fantasmas”, buscando culpar a los otros y sin unirse para dotar a una ciudad como Oviedo de lo que se merece, un pabellón multiusos como el que tienen muchas otras localidades, en el que el OCB podría crecer, como también podrían hacerlo otros equipos de otras prácticas deportivas, como ocurre cuando se tienen unas instalaciones de este tipo.


Autor: @m_jordan9