En pleno éxodo de talento español hacia los Estados Unidos, fomentado por la posibilidad de aunar estudios y continuar con una carrera baloncestística de nivel, con unas categorías formativas que no ofrecen salida después de la categoría júnior y con el drama de las LEB, donde salario y futuro no van de la mano, nació en Málaga un proyecto distinto.
Precisamente con estas premisas en el frente, siendo conscientes de las limitaciones que existen en el baloncesto en materia económica y de las dificultades de sacar un proyecto adelante, se sentaron Paco Repiso (presidente del club) y el ex jugador Rai López para dar forma a una idea que rondaba sus cabezas.
Así llegaba a Málaga Basket 4Life. Un proyecto distinto que pudiera aunar formación e inserción laboral con el mundo del baloncesto. Una salida para aquellos jóvenes malagueños que llevaban tiempo rotando entre la EBA y Primera Nacional, sin más recompensa que unos cientos de euros y la incertidumbre de qué sucedería la temporada siguiente. De ahí y con el apoyo de Pepe Pozas, Miguel Molina y Adri Fuentes, se fue gestando un proyecto que, en su primera temporada, ha vivido un cuento de hadas.
Porque los comienzos no fueron tan sencillos. Obtener financiación, de la mano de la Fundación Unicaja, eterno mecenas del baloncesto malagueño, lograr otros patrocinadores que dieran soporte al club, como Clínicas Rincón, Vive o El Pimpi, y tener vinculación con un club que representara los valores que quería inculcar el recién nacido equipo, terminando de ligarse con el histórico CB El Palo. Un cóctel perfecto con raíces cien por cien malagueñas y con un único objetivo: ser una salida formativa para jóvenes de la provincia.
En pleno verano y a contrarreloj comenzaron las pruebas de captación con las ideas claras: jugadores malagueños y que no primara el nivel individual por encima de las necesidades. Una mezcla difícil donde el cuerpo técnico, liderado por Rai López, tiraba para sus intereses, mientras que la directiva tenía que ceñirse a unos criterios estrictamente sociales y académicos.
Con todo y con eso, se lograba conformar una plantilla compuesta por diez séniors y hasta cinco vinculados U22 del CB El Palo. Cinco vinculados que debutaron y dos de ellos que se convirtieron en imprescindibles a lo largo de la temporada, incluso en la Fase de Ascenso.
A partir de ahí, el proyecto comenzaba a caminar, sin objetivos deportivos marcados. De hecho, se esperaba un año difícil en ese sentido. Una plantilla nueva y joven, en una categoría exigente como Primera Nacional, con jugadores sin experiencia a ese nivel, un cóctel que podía augurar derrotas. Sin embargo, el buen trabajo realizado durante la pretemporada, unido a la buena química existente en el vestuario, dieron con un equipo que encadenaba victorias y ocupaba los primeros puestos. A mitad de temporada, y tras un partido excepcional ante el CB La Zubia, se lograba el liderato, aunque éste solo duraría una semana. Al final, una defensa a ultranza del segundo puesto permitía a Basket 4Life llegar en un buen momento al playoff.
Un playoff donde los malagueños acabarían invictos. Ganando en dos ocasiones en Sevilla (ante Labradores y Gines) y defendiendo bien su feudo en El Palo, y llegando a la Final Four de Ascenso con solo un objetivo: disfrutar.
Y vaya si se disfrutó. Ante el CB Ciudad de Dos Hermanas, un equipo creado para ascender, se realizó un partido sensacional, peleado, donde los malagueños vencían 69-72 y se llevaban la plaza para la final. Una plaza que, además, tenía doble premio: el ascenso a Liga EBA.
El equipo no se conformó con el ascenso y, en la final, ante el CB Mijas (con quienes habían perdido los dos enfrentamientos en liga) volvían a vencer y, en su primer año de existencia, Basket 4Life Málaga se alzaba campeón de Primera Nacional. Como decía Paco Repiso, presidente del club, “tenemos antes la copa que la vitrina”.
Pero no fue el único éxito del club. El principal valor del mismo, el proyecto social que lo acompaña, ha tenido una gran repercusión en la ciudad y en los propios jugadores. Se ha tenido una íntima relación con Unicaja Baloncesto, participando en el programa OneTeam y colaborando en los entrenamientos de Málaga Down, un proyecto social que permite a chicos y chicas con Down entrenar en Los Guindos.
Y junto a ello, los éxitos académicos. Dentro de los programas de Formación e Inserción Laboral, trece chicos han sido beneficiarios de becas de formación, habiendo comenzado cuatro de ellos a tener oportunidades laborales. De ahí han nacido: cinco becas universitarias, tres becas en FP, dos becas para curso de habilitación profesional, dos becas para licencia de conducir B2 y C1 (ambulancia), una beca para curso de socorrismo, tres becas para título B2 de inglés, culminando con cuatro procesos de selección y dos contrataciones laborales.
Es decir, un proyecto con un éxito completo, tanto en la labor social como en la pista, que busca ahora financiación para poder competir donde se han merecido competir: en EBA. La idea es plantear distintas maneras de financiación para patrocinadores, como apadrinamientos de jugadores, para dar visibilidad a empresas malagueñas y para poder seguir ofreciendo becas. Además, se quiere contar con un equipo de baloncesto femenino, para que ese éxodo de talento malagueño se frene por completo. Un objetivo ambicioso para el que la directiva trabaja a marchas forzadas, pero siempre empujada por la ilusión del comienzo y el empuje que ha significado el éxito de esta primera temporada.
Tocará esperar para saber el futuro de Basket 4Life pero se antoja esperanzador. Sea donde sea, compitan donde compitan, el objetivo está claro: que el baloncesto sea solo un accesorio al futuro de los jóvenes talentos malagueños, que puedan labrarse un futuro mientras disfrutan del deporte de la canasta, lejos de la presión que implica dedicarte en exclusividad al baloncesto sin un sueldo acorde a ello.