Está muy de moda hablar de ACTITUD. Últimamente todo depende de eso: si te va mal, tienes poca actitud, pero si te va bien, “es que tiene muy buena actitud”. Me parece una de las peores reducciones al absurdo que existen. Creo en la actitud como INGREDIENTE, pero ni mucho menos como detonante de buenos o malos resultados. Las situaciones en el deporte son mucho más ricas y complejas que eso, pero desgraciadamente, nos gusta hablar pronto, rápido y mal. CONOCER Y PROFUNDIZAR no está en nuestras prioridades, cuando debería ser al revés, partir de ahí para luego callarnos u opinar.

La idea de este texto me la dio un buen amigo y ex compañero de equipo, Chuso González (@chuso8), cosa que le agradezco porque me parece un tema, que aparte de actual, es de urgente necesidad tanto en equipos como en jugadores a nivel personal e individual. Nos encanta hablar de fuerza de voluntad, de pasión, de “jugadores trabajadores”, de equipos comprometidos e identificados con su club, de esfuerzo y de mucho sacrificio.

Llenarse la boca en el Twitter queda genial, pero estaría más genial saber que, en este caso, la palabra actitud por sí sola no significa nada. Que a todo hay que darle una vuelta y encontrarle un SENTIDO PERSONAL y situacional, ya que seguramente lo que para uno sea un claro ejemplo de compañerismo, para otro puede significar un encubierto gesto de envidia. Los que no hacemos este proceso (y me incluyo porque me pasa más veces de las que me gustaría), somos los que luego compartimos el vídeo de los osos polares intentando subir la montaña nevada como reflejo de esfuerzo y constancia o el de Ruavieja como crítica a las adicciones tecnológicas. Olvidar la reflexión y el PENSAMIENTO CRÍTICO implica estas cosas. Eliminemos más vendas y pilotos automáticos y pongamos más coherencia. Patricia Ramírez (@Patri_Psicologa) lo explica aquí perfectamente.

¿A qué me refiero con direccionar la actitud?

En primer lugar, a que no todo vale. Como he dicho antes, esto es una cuestión de añadir ingredientes y de intentar conocer todos los apartados de la ecuación en la que estemos implicados. Por ejemplo, de nada vale dejarse los cuernos entrenando si luego no voy a aceptar que el entrenador me siente en el banquillo después de un error. ES DECIR, si tienes mucha actitud pero después no le vas a poner autocontrol, ¿de qué te sirve? Si tienes mucha actitud, pero cada vez que cometes un error, tu lenguaje corporal expresa derrotismo… ¿de qué te sirve? Siempre solemos ser conscientes de las situaciones en las que aportamos actitud proactiva, en las que nos esforzamos como el que más o en las que buscamos lo mejor para el equipo. ¿Pero conocemos igual de bien las veces en las que nuestra actitud resta, las que carecemos de fuerza de voluntad o en las que nuestro egoísmo frena el crecimiento del equipo?

Por suerte o por desgracia hay tantas cosas que suman como aspectos que restan y, para más ende, un porcentaje de esto NO depende de nosotros. Así que, o reflexionamos y hacemos un balance o seguiremos dando cabezazos contra la pared en más de una ocasión. Todo esto pasa por que no solemos buscar o encontrar huecos para valorar situaciones, tiramos con lo que podemos y con lo que (creemos que) sabemos. Así muchas veces es complicado. La actitud no solo se adapta a la persona, también a la situación, para ser capaces tanto de relativizar como de ser flexibles a la hora de afrontarlas.

Desgraciadamente, hablar de la actitud, no es sino otra de las EPIDEMIAS del deporte de hoy día. El deporte no es únicamente los vídeos que vemos en las redes sociales, vivirlo diariamente implica encontrarte y convivir con gente a la que no soportas, jugadores que son tragados por su ego, entrenadores que viven de cara a la galería y por y para el reconocimiento personal, aficiones que un día te regalan los oídos y al siguiente, si te he visto no me acuerdo…

Por estas y más SITUACIONES es obvio que necesitamos actitud, fuerza de voluntad, profesionalismo… pero si no escogemos las direcciones, es imposible llegar a dónde pretendemos. Es lo bonito de esto, que si no lo vives desde dentro y día a día es fácil que te pierdas cosas. Por eso, cuidado a dónde miras y hacia dónde y con qué fuerza te diriges, podrías estar ante un espejismo.


Javi1Por Javi Hernández (@Javi16hernandez)
Psicólogo y Jugador de baloncesto
javierhernandezferron.com