Ahora que ya han finalizado la mayoría de las temporadas deportivas y, por desgracia, algunos ya llevamos un mes sin competición y el verano está a punto de entrar, me gustaría hablar de un tema con menos protagonismo del que debería tener. Este no es otro que la POSTEMPORADA, es decir, el período situado justo después de terminar tus labores como jugador.

Por ejemplificar y concretar, en el baloncesto en general y en las competiciones FEB en particular, más de tres cuartas partes de los jugadores tenemos cada año entre 3 y 4 meses de ‘vacaciones’. Pocos son los que disfrutan de más de 9 meses de temporada, con todo lo que eso conlleva (sueldos, paro, ascensos…). Solemos ver el vaso medio vacío: las temporadas son muy cortas, ¿Por qué ponen jornadas entre semana, navidad…? , se ahorran mucho dinero…

Ni mucho menos vengo a defender a los que organizan la competición (estaríamos locos), pero sí apuesto por aceptar, mientras intentamos cambiar, esta etapa que, al fin y al cabo, también forma parte del deporte. Mirando y apostando más por nosotros en unos meses en los que se pueden hacer más cosas de las que parecen. Una de ellas es trabajar en nuestra PSICOLOGÍA. Pero, como siempre digo, HAY QUE QUERER.

JUICIOS Y EXPECTATIVAS REORIENTADAS

Como no soy entrenador ni preparador físico, no voy a hablar de cuantas veces tenemos que ir a tirar, correr o ir al gimnasio cada semana. Lo que sí creo y es de lo que voy a hablar, es que también hay que valorar el trabajo que podamos hacer con nosotros mismos, con nuestras realidades, abarcadas por el ASPECTO PSICOLÓGICO.

La INTROSPECCIÓN es muy necesaria en el deporte y puede echar una mano en ciertos momentos más de lo que pensamos. Asumir consecuencias, preparar ‘planes B’, conocer riesgos y, en definitiva, asumir unas EXPECTATIVAS CLARAS Y CONGRUENTES en función de lo que hemos hecho y de adónde hemos llegado, así como de lo que queramos hacer y el lugar dónde queremos estar. Todo debería ir de la mano.

Este proceso se facilita si ELIMINAMOS LOS JUICIOS. La buena y la mala suerte siempre son relativas, de hecho, cuánto menos la nombremos, mejor. Por ejemplo, una temporada aceptable puede calificarse de horrenda si cambiamos de sujeto. No es una adecuada empresa dejar nuestras opiniones y valoraciones en manos de la subjetividad. Evitándolo, más energía tendrá nuestra mente para trabajar en lo verdaderamente importante. Lo fácil es dejarnos llevar, pero auparnos al hábito de entender las cosas tal y como nos vienen y centrarnos en lo que podemos cambiar, nos quitará más de un berrinche.

Aquí apunto una frase de un libro que leí el otro día. El filósofo Epícteto dijo: ‘Dame la paciencia para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la inteligencia para saber distinguir ambas situaciones’.

DESCONECTA PARA PODER CONECTAR

El verano es muy largo y pueden pasar dos cosas, que te obsesiones y seas incapaz de disfrutarlo y aprovecharlo, o que te relajes tanto que cuando vuelvas al ‘curro’ pienses, pues podría haber hecho algo más. CREEMOS QUE NOS CONOCEMOS, que sabemos perfectamente como reaccionaremos o nos sentiremos ante ciertas situaciones o que describiríamos punto por punto los rasgos de nuestra personalidad. Esto es una de las mentiras más grandes que nos decimos a nosotros mismos.

Encontrar en la DESCONEXIÓN las capacidades para saber más de ti es una de las mayores virtudes que existen. No es fácil, está claro, pero nadie nació sabiendo y menos cuándo llevamos (inserte aquí su edad) años viviendo con el piloto automático puesto. Os sorprendería lo que una meditación o mindfulness bien ejecutados podrían hacer.

En definitiva, la vida no es solo acelerar, también hay que saber cuándo pisar un poco el freno y pararse a reflexionar. Somos mucho de decir que no hay oportunidades, pero es que a esa velocidad es imposible verlas.

Hace unos meses leí que ‘los que menos entrenan en verano son luego los primeros que se quejan cuándo no juegan’, sin duda es típica cita de retuit fácil, no todo es tan simple. Pero lleva su parte de razón. Son meses que parecen pasar volando, por eso, si antes paramos a pensar, organizar, reflexionar lo que queremos hacer con ese tiempo, mejor nos sentiremos cuando llegue, en este caso, la pretemporada. Si no quieres entrenar y descansas, perfecto, pero no te quejes luego. Si quieres partirte la cara y matarte todos los días por aquello que quieres, doblemente perfecto.

Saber enfriar y conocer al más olvidado de todos, el cerebro, aporta más de lo que yo puedo explicar en este artículo. La TRANQUILIDAD con lo que uno ha hecho es una de las mejores armas de cara a comenzar una temporada, así es más difícil que las quejas aparezcan.

 


Javi1Por Javi Hernández (@Javi16hernandez)
Psicólogo y Jugador de baloncesto