Pablo Hernández (Ames, 1998) es uno de esos jóvenes jugadores que han optado por el éxodo hacia la NCAA buscando compaginar estudios y baloncesto. Un joven valor gallego que siendo Júnior ya tenía sus minutos en Liga EBA, cosechando éxitos con los equipos de FEDESA en diversas categorías. Este año está disputando su tercera campaña con Missouri Baptist (NAIA-D1).
Zona de Básquet – La primera pregunta es obligada, Pablo: ¿cuándo, dónde y por qué empiezas a jugar al baloncesto?
Pablo Hernández – A los 8 años, en las escuelas deportivas de Ames. Y porque mi madre me apuntó a baloncesto.
ZdB – Una vez integrado en FEDESA, a pesar de ser de los más altos del equipo, hay un momento en el que pasas de jugar por dentro a hacerlo por fuera. ¿Lo notas a pesar de ser un chaval?
PH – Sí, sí que se nota. La dificultad aumenta, hay que trabajar mucho la coordinación y otras habilidades que son más sencillas para los niños más bajos.
ZdB – De repente, entras en la órbita de la selección española U13. Imaginamos que es todo ilusión cuando recibes la noticia.
PH – Sí, la verdad es que fue una alegría y no me lo esperaba. Me acuerdo que fui seleccionado con la selección gallega de minibasket para ir a jugar el campeonato de España a Cádiz, pero me lesioné un par de semanas antes del campeonato y no pude jugarlo. Aún así, me llamaron para la selección U12 y posteriormente para la U13.
ZdB – Tu formación siempre fue en FEDESA, donde pudiste jugar campeonatos de España en diferentes categorías (habitualmente siempre lo hacías en una categoría superior). ¿Cómo recuerdas aquellos campeonatos y el reto de ser uno de los equipos a batir en Galicia?
PH – FEDESA es una de las mejores canteras de Galicia, y lo demuestra cada año llevando equipos de todas las categorías a campeonatos de España y ganando ligas gallegas. Para mí fueron unos años inolvidables e irrepetibles, ya no sólo a nivel deportivo, sino también a nivel personal. El éxito deportivo que alcanzamos esos años se debe obviamente al esfuerzo y el trabajo en la pista, pero también a la buena relación entre compañeros y entrenadores fuera de la cancha, los cuales hoy en día siguen siendo de mis mejores amigos. Fuimos y somos una gran familia.
ZdB – Son muchos años en las filas del Rosalía FEDESA. ¿Algún entrenador al que estés agradecido por tu mejora en el juego?
PH – Absolutamente a todos, tanto entrenadores principales como asistentes. Pero especialmente con los que estuve más años: Ángel Castro, Nerea Arca, Txichón Seoane y César Fernández. Y también al gerente del club Kiko Montero. Estoy muy agradecido a todos ellos por la confianza que siempre depositaron en mí, por cómo apostaron por mí y por cómo me ayudaron a crecer como jugador y como persona. Todos ellos han sido grandes influencias en mi vida y lo siguen siendo. Mantengo con todos una muy buena amistad.
ZdB – De repente, siendo Júnior, tienes la oportunidad de jugar en EBA, y logras unos promedios que hacían llamar mucho la atención sobre ti. ¿Cómo era jugar en esa EBA?
PH – Fue un salto grande. Especialmente cuando era Júnior de primer año. Sobre todo a nivel físico y estratégico en el juego. En Júnior era superior físicamente, pero en EBA era otra historia. Y a nivel estratégico el juego es diferente, y también me tuve que adaptar a eso. Jugar y entrenar con jugadores con más experiencia como Pablo Posse o Alfonso Mallo, entre otros, me ayudó mucho a aprender y mejorar.
ZdB – Con esos números, seguro que tuviste ofertas para pasar a Sénior. ¿En qué momentos decides irte a Estados Unidos y no pasar, por ejemplo, a la cantera de un gran club o seguir con tu equipo en EBA?
PH – Mi primer año de Júnior ya tenía en mente lo de ir a Estados Unidos. Al principio era más una ilusión que otra cosa, pero poco a poco se fue convirtiendo en una realidad y a finales de ese primer año, y principios del segundo, se convirtió en un objetivo. Estados Unidos es un país que siempre me llamó la atención, y siempre me gustó cómo valoran a los deportistas allí; el hecho de que el sistema universitario americano compatibiliza muy bien estudios y deporte fue clave para mi decisión.
ZdB – En tu caso, ¿cómo fue el mecanismo para irte? ¿Te ayudó alguien? ¿Algún contacto?
PH – Yo contacté con W2A Management, una agencia que brinda la oportunidad a estudiantes/deportistas que quieren optar a conseguir una beca deportiva y poder jugar y estudiar a la vez en la universidad en Estados Unidos. Ellos me ayudaron con todo el proceso.
ZdB – ¿Cómo consigues la beca y qué requisitos académicos te pidieron para concedértela?
PH – Para poder ir a la universidad en América, y optar a una beca deportiva, es necesario tener Bachillerato, hacer el examen SAT y el TOEFL. Esos requisitos académicos son los que piden las universidades, además de un vídeo de highlights y algunos partidos enteros. Con eso, y según lo que le intereses a la universidad, te ofrecen más o menos beca.
ZdB – ¿Cómo es tu primer viaje hacia Missouri Baptist? ¿Vas solo? ¿Te esperaba alguien del equipo?
PH – Fue difícil. Difícil despedirme de mi familia en el aeropuerto y emprender una aventura así por mi cuenta. Volé solo, fueron tres vuelos hasta que llegue a St. Louis, y aquí me recogió el entrenador asistente en el aeropuerto.
ZdB – Te hemos leído que al principio te costó algo adaptarte (la morriña de estar lejos, un baloncesto diferente…). ¿Cómo fue ese primer curso en el que, a pesar de ser freshman, tuviste tus minutos?
PH – Todos los comienzos son complicados. Llegar a un sitio nuevo, gente que no conoces, idioma diferente… Los primeros meses cuestan un poco, echas de menos a tu familia y amigos, y hasta que encuentras un poco tu hueco sí que cuesta. Sí que me encontré con un baloncesto diferente, mucho más físico y rápido y también me costó adaptarme a él. Me pusieron a jugar de ‘cuatro’, ‘cuatro’ abierto pero igualmente ‘cuatro’, cuando en España siempre había jugado de ‘tres’ e incluso ‘dos’. Me tocó “pelearme” con jugadores de 95/100 kg a lo menos, cuando yo de aquella pesaba unos 75 kg. Al principio de la temporada no jugaba, y fue a mediados de la temporada, antes del parón navideño y tras haber ganado fuerza y peso, cuando me encontré más cómodo jugando y el entrenador comenzó a darme confianza y minutos. Hacia el final de la temporada estaba jugando unos 20 minutos por partido, que para ser freshman no estaba mal.
ZdB – Segundo año y sigues teniendo continuidad con buenos números para los minutos que juegas, y con peligro desde el tiro exterior. ¿Contento con la pasada campaña?
PH – Mi segundo año fue un buen año, aunque complicado. En noviembre de 2016 tuve que volver a España para ser operado de neumotórax en mi pulmón derecho, y me perdí algo más de la mitad de la temporada. Regresé en enero del año pasado y jugué solo quince partidos, pero contento y satisfecho de haber podido volver y ayudar al equipo en lo que pude y también con los números que hice a pesar de haber tenido ese parón.
ZdB – Llega esta temporada y ya eres un jugador de tercer año, titular en el equipo y, hasta la fecha, el máximo anotador de un equipo donde vuestro entrenador opta por una plantilla amplia para jugar. ¿Cuáles son tus expectativas a nivel individual y colectivo?
PH – Tenemos un banquillo muy amplio y con muy buenos jugadores. Yo creo que esa es una de las mayores ventajas con las que jugamos este año. Ya no sólo a la hora de jugar partidos, sino también en los entrenamientos. El hecho de tener tantos buenos jugadores, y tan competitivos, hace que compitamos en los entrenamientos como si fueran partidos. A nivel personal, mis expectativas son ayudar al equipo lo máximo posible, y a nivel grupal ganar la conferencia e ir a los nacionales.
ZdB – ¿Cuáles dirías que son tus puntos fuertes? ¿Dónde debes mejorar?
PH – Todo se puede mejorar un poco, pero los puntos en los que debo poner más énfasis son el bote y el trabajo de pies, tanto a nivel ofensivo como defensivo. Puntos fuertes tal vez el tiro exterior y el juego en el poste.
ZdB – Se da la circunstancia de que tu entrenador Matt Brock llegó al equipo al mismo tiempo que tú. ¿Cómo es la relación con él?
PH – Llegamos el mismo año, él fue quien me reclutó y me trajo aquí. Mi relación con él es buena, estoy muy contento; es un entrenador que se preocupa por sus jugadores y que exige tanto a nivel académico como deportivo. Está haciendo muy buen trabajo con el equipo.
ZdB – Este curso ha llegado un español al equipo, Jesús Castillo. Suponemos que es reconfortante tener un paisano en el equipo y ayudarle en todo lo posible.
PH – Sí, la verdad es que me alegró saber que iba a tener un compatriota por aquí. Me recuerda a mí cuando llegué. Sé por las dificultades que puede estar pasando, así que lo ayudo en todo lo que puedo, pero también hay otras cosas que él irá aprendiendo y descubriendo por sí mismo.
ZdB – ¿Cómo es un día tipo en la universidad? Poco tiempo libre, ¿no?
PH – La verdad es que suelo estar muy ocupado en mi día a día. De clase al pabellón, y del pabellón a clase. Este cuatrimestre tengo seis clases, entrenamiento todos los días y, a mayores, dos días a la semana tenemos trabajo de pesas y workouts de tiro. Es un estilo de vida bastante estresante que deja poco tiempo libre, pero a la vez es satisfactorio.
ZdB – Cuéntanos qué tal van los estudios y dónde estás residiendo.
PH – Los estudios me van bien. Estoy haciendo un doble grado de Physical Education and Education K-12. Vivo en la residencia de la universidad, en el mismo campus universitario.
ZdB – ¿Crees que el hecho de vivir en St. Louis es una ventaja al tener una mayor oferta de actividades respecto a estar, por ejemplo, en un sitio más pequeño?
PH – Desde luego que sí. La suerte de estar en St. Louis me permite hacer actividades que en otros sitios no podría, como ir a ver partidos de beisbol profesional o de hockey sobre hielo, entre otras cosas.
ZdB – Es pronto para pensar en ello, ¿pero te gustaría dar el salto al profesionalismo?
PH – Sí, por supuesto. Igual que lo de venir a Estados Unidos en su día fue una ilusión y poco a poco se convirtió en objetivo, pasa lo mismo con esto. Sí que me gustaría, y está entre mis objetivos el lanzarme a la aventura e intentar jugar baloncesto profesional.
ZdB – ¿Sigues algo el baloncesto español? ¿Miras cada domingo como quedó tu ex equipo Rosalía?
PH – Sí, sí que lo sigo. Sobre todo al Rosalía. Los sigo en todas las redes sociales y estoy en contacto con compañeros y entrenadores del club.
ZdB – A aquel que esté valorando la posibilidad de emprender viaje hacia Estados Unidos, ¿le recomiendas la experiencia?
PH – Por supuesto que sí. Es una experiencia de vida inigualable. Animaría a todos los jugadores y jugadoras que lo estuvieran pensando a que no tenga miedo y se lancen a vivir esta experiencia que los va a hacer crecer como jugadores y personas a pasos agigantados.
ZdB – Tuviste tus oportunidades en EBA porque estabas en un club claramente formador que confía en los jóvenes, pero no es lo típico. ¿Por qué crees que cuesta tanto confiar en los jóvenes en España?
PH – Como bien decís, tuve la suerte de crecer en un club formador, pero no todos los clubes tienen como objetivo formar jugadores. Hay clubes que les interesa más ganar, y hoy en día cada vez hay más competitividad, hay mejores jugadores, y muchos equipos tienden a confiar más en jugadores internacionales que en los propios jugadores nacionales o de la cantera.