Si ya el año pasado vivimos una LEB Oro muy igualada y con varios equipos rindiendo por encima de lo que se esperaba de ellos (Leyma Básquet Coruña, Unión Financiera Baloncesto Oviedo, Peñas Huesca y Amics del Básquet Castelló, por señalar cuatro), este año algunos de ellos parecen querer consolidar su crecimiento e ir un paso más allá. Con la excepción de los oscences (que ya no competirán como Peñas sino como Magia) que sólo cuentan con Lafuente renovado y la novedad en el banquillo de Sergio Jiménez, sustituyendo a una pieza básica como era Quim Costa, los otros tres equipos mencionados muestran señales de querer ser aún más importantes.
En Riazor Tito Díaz sigue a los mandos, por cuarta temporada consecutiva, y la apuesta es claramente continuista también en la pista. Siguen los bases Creus y Monaghan, los exteriores Stelzer y Peña, así como un Ángel Hernández que puede jugar en cualquiera de las posiciones que van del 1 al 3. Aunque se han quedado sin la joya de la corona, Beqa Burjanadze que interará hacerse un hueco en ACB (Andorra) tras haber regalado dos años de altísimo nivel en el cuatro abierto, el juego interior de los naranjas sigue teniendo muchos argumentos: sigue Zyle, que el año pasado fue de menos a más y que con su buena mano desde el perímetro y su capacidad para ayudar por dentro, debe dar un paso adelante para ser uno de los líderes del proyecto. Junto a él estarán dos jugadores procedentes de Palma: Tuty Sabonis, quien se presume que jugará más en la posición de tres aunque su potencial en el cuatro abierto es bien conocido en la liga, y Javi Lucas, que vuelve a casa tras dos años de contrastes, uno primero espectacular en Valladolid y este segundo más apagado en el frustrante Palma Air Europa 15/16. Llega el alicantino con la necesidad de mostrar su mejor versión para que Tito Díaz no eche de menos a Beqa en un equipo que ha crecido mucho desde la salida de Lucas. En el cinco, Sergio Olmos, pivot de referencia en Oro, parte como piedra angular de un proyecto al que aún le falta algún pequeño retoque (quizás un pivot que le de minutos de descanso al propio Olmos, algo que podría hacer Javi Lucas, aunque su rendimiento es mejor cuando puede encarar el aro desde el perímetro).
En Castelló afrontan su segunda temporada en Oro con importantes novedades. La primera llega con la consecución de un viejo sueño, unir su nombre al de un patrocinador, que además es una empresa de larga tradición en el baloncesto español, TAU. Los cambios no se agotan ni mucho menos aquí, pues Toni Ten tendrá en su equipo un rookie, algo que al coach levantino no está acostumbrado, pues siempre ha preferido apostar por jugadores con experiencia en la liga, con un bagaje que reduzca su tiempo de adaptación. Este novato es Cooper, un NCAA-II al que ya describimos en uno de nuestros scoutings y que puede sorprender con su movilidad y buena selección de tiro. La tercera novedad respecto al año pasado es una mayor revolución en la plantilla, pues tras un debut en Oro en el que confiaron plenamente en el bloque del ascenso, esta vez se acomete una remodelación más profunda, con las llegadas de Miki Servera, base contrastado en la categoría, procedente del descendido Navarra, Edu Durán, el escolta que asombró hace dos años en Plata y al que no terminaron de salirle las cosas en Palma, y Sergio Rodríguez, compañero de Servera en Navarra, donde jugó cedido por Canarias y terminó por demostrar que puede ser un buen recurso en la categoría. Tres jugadores con hambre, ganas de minutos y de demostrar su calidad, que al lado de Toni Ten subirán enteros y hacen de el Tau Castelló un equipo a vigilar.
Junto a ellos siguen Joan Faner, base revelación de la temporada pasada y prodigioso recuperador, Chema García y Alberto Fernández, con los que se cierra el juego exterior del equipo. Además de eso suman a Joan Cabot, uno de esos comboforward que tanto daño hacen y que esta al alza, por lo que si el equipo castellonense añaden unas buenas piezas interiores (sólo Cooper por el momento, con la baja ya confirmada de Bortolussi destino Granada) conforma un equipo aspirante a todo.
Precisamente de Castelló ha llegado a Oviedo uno de los refuerzos de los de Carles Marco. El equipo de Pumarín tiene mucho menos avanzada la configuración de su plantilla que Básquet Coruña y TAU Castelló, pero la llegada de Manu Rodríguez para competir con Víctor Pérez en la posición de escolta, añadiendo intensidad defensiva a la buena mano desde el perímetro, es una excelente noticia para un equipo que el año pasado sufrió mucho por las limitaciones en el backcourt. No se acaban ahí las alegrías para Marco, pues la dolorosa baja de Bassas, rumbo a ACB tras una temporada coronada por el récord de asistencias, será suplida por un base con credenciales difíciles de superar: Dani Pérez, campeón de liga y copa con Palencia y sobrada experiencia en la máxima categoría. Para recuperar la figura del tres alto llega procedente de Tarragona Miquel Salvó, una de las joyas de la categoría, que se une a Windler, renovado tras su buen trabajo en el escaso tiempo que pasó en Pumarín al final de la temporada pasada, mostrando su capacidad para ser letal desde el perímetro.
Aunque en Oviedo queda mucho más trabajo por hacer que en A Coruña y Castelló, los tres equipos parecen encaminados a dar un nuevo paso adelante que les sitúe en condiciones de competir aún mejor que el año pasado y aprovechar la coyuntura de una liga en la que los gallos de la competición atraviesan momentos de dudas. En el caso de Palencia y Melilla vienen más por lo extradeportivo, pues han empezado a configurar ya potentes plantillas (seguirán en el Campeón Otegui, Dani Rodríguez y Joan Tomás, a los que se unen Maldunas y Zamora; por su parte Alcoba contará de nuevo con Sanz, Suka, Gatell y Manzano, reforzándose también con Rivero y Arteaga) pero todavía no saben si competirán por un objetivo real o si tendrán garantizado su ascenso en diferido (Melilla podría hacerlo ya mismo, gracias ala invitación cursada por la ACB); mientras tanto Breogán permanece sumido en una parálisis que le impide poner en marcha el proyecto deportivo mientras no haya nadie al frente de la sala de máquinas de un club que celebra su cincuentenario sumido en un mar de dudas.