Inicio tenebroso para Real Betis y Fuenlabrada en su andadura en LEB Oro tras su descenso la pasada temporada de la ACB, objetivándose mucho sufrimiento en ambos entornos con ese inicio desolador para dos equipos anclados en la zona baja, transmitiendo malas sensaciones y metidos en un callejón del que, ahora mismo, no se vislumbra la salida. 

Antecedentes

En primer lugar repasamos de forma rápida si el inicio en la LEB Oro de los equipos que han descendido cuentan con algún antecedente reciente que  se asemeje al presente de Fuenlabrada o Real Betis.

Corría la temporada 16-17 cuando el Tizona ganaba la batalla judicial a la ACB y conseguía abolir un canon prohibitivo que durante años impidió el trasvase de equipos entre Liga ENDESA y LEB Oro en forma de ascensos y descensos. La campaña siguiente fue el Manresa el único descendido que jugó la LEB Oro y, finalmente, obtuvo el ascenso (en la J9 su balance era de 7V-2D, ocupando la 3ª posición). El curso siguiente, la campaña 18-19, fue el primero en el que los dos descendidos a Oro. Eran el Real Betis y el Bilbao Basket y ambos lograrían el ascenso a final de campaña; en la jornada 9 estaban en la zona alta con 7V-2D. La temporada 19-20 la jugaron otros dos equipos procedentes de Liga ENDESA: Breogán y GBC, que finalmente logró volver a la máxima categoría, en una temporada que terminó de forma abrupta por la pandemia; en la jornada 9 los donostiarras eran uno de los 4 equipos que colideraban la clasificación, con 7V-2D, mientras que los lucenses se movían a mitad de tabla, con 5V-4D.

Para el año siguiente no hubo descensos desde ACB y solo se ejecutó el ascenso del GBC, lo que hizo que hubiera una Liga ENDESA de 19 equipos. Para corregirlo, la Oro 20-21 solo concedía una plaza de ascenso en una temporada sin equipos procedentes de la máxima categoría. En la vuelta a la normalidad, la 21-22, fueon GBC y Estudiantes los descendidos de ACB. Ninguno de los dos logró el ascenso, con los vascos en fase de reconstrucción y los madrileños sufriendo en la F4 el ciclón Marc Gasol con Girona. En la J9 de esa temporada Estudiantes era líder, con 8V-1D, y GBC estaba en la mitad de la tabla con 5V-4D.

La 22-23 fue el turno para Andorra y San Pablo Burgos, que construyeron dos verdaderos superequipos para volver rápido. Andorra lo logró de forma directa, pero San Pablo se pegó el batacazo y cayó en la F4. En la J9 los del Lezkano eran líderes con 8V-1D y San Pablo era 6º con 6V-3D.

Con este breve repaso nos damos cuenta del nefasto y decepcionante inicio de los dos descendidos de la ACB en la LEB Oro 23-24, con un balance donde hay más derrotas que victorias, algo que nunca habíamos visto en los últimos años. Fuenlabrada por ahora está fuera de los puestos de descenso pero con el mismo balance de 2 victorias y 7 derrotas que los otros dos equipos que sí ocupan esa zona roja (Hestia Menorca y Rioverde Clavijo), mientras que el Real Betis es colista con un único triunfo en nueve partidos.

Fuenlabrada

En Fuenlabrada se empezó tarde a configurar la plantilla, pero la idea era buscar varios hombres de Oro dentro de las limitaciones de presupuesto. Se confió en un binomio como Toni Ten y Rubén Perelló, con muchas horas de vuelos en banquillos de la categoría, y se afinó con diferentes piezas accesibles en el mercado y a las que se podía llegar. Solo Macoha tenía contrato, tras la fuga de sus otros talentos (Lewis y Bagayoko), se apostó por la veteranía de Bellas tras varios años en ACB o la llegada de Mesicek desde Europa. Lo demás, todos jugadores de LEB Oro en la 22-23 con cierto pedigrí como Durán, Bilbao, Van Zegeren, Sy o la dupla que tan buen resultado ofreció en Almansa, integrada por Díaz y Aranitovic, sumando a todos ellos el fichaje estrella de Tanner McGrew, que venía de sumar en el ascenso de Palencia.

Las expectativas eran formar un equipo y, por qué no, soñar con el día a día hacia arriba. La realidad ha sido bien distinta, la LEB Oro es una liga exigente, tal vez no la mejor ni la que más paga, pero con un alto nivel de exigencia, un juego calculado al milímetro del scout rival y que no perdona las concesiones, sin existir pista pequeña. Al Fuenlabrada, que sigue sin ese patrocinador que aporte ese impulso, le falta juego coral y estrellas que asuman. Como si un soplido se llevase el castillo de naipes, al club madrileño le cuesta ser competitivo, primero atrás, donde no hay nexo y los rivales encuentran fácilmente las costuras que resquebrajar. Deslavazados, y con prisas, el orden no existe y cuesta compartir el balón, aunque los 1×1 a veces fluyen, nadie es  «Jordan» ni puede ganar el partido él solo, cuando el recurso de los triples no entran, el juego interior se hace pequeño, falta juego por encima del aro o situaciones de pop o poste bajo para McGrew. Tal vez no se les encuentra o ellos mismos se esconden. De hecho, su máximo anotador es Aranitovic, pero con la sensación de que lo es más porque los puntos al final los tiene que meter alguien, que por su selección de lanzamientos, que no es la adecuada en muchas ocasiones. 

Metidos en una espiral negativa, los rostros saliendo de Pumarín denotaban a un equipo triste, en una fase de impotencia, aunque ahora van a tener dos oportunidades nuevas, sobre todo para conseguir la primera en casa, donde reciben al Cáceres, y luego volar hasta A Coruña, donde los locales deben ganar sí o sí para no descolgarse de la zona alta. Lo mejor, la respuesta de su afición, que sigue acompañándolo en los desplazamientos de forma numerosa, anima en cada partido y siguen ahí tras los sinsabores de las últimas campañas. Para saber más de todo este inicio nada mejor que escuchar este episodio del podcast de FuenlaBlues con el episodio de las Blues de las lamentaciones.

Real Betis

La situación del Real Betis no es mejor, desde luego. La indeterminación de la pretemporada pasó su factura inicial. Como si el cambio de dueños se dilatase, la pretemporada empezaba casi sin jugadores, sin un plan de acción, con muchos huecos vacíos en despachos, cuerpo técnico y estructura de club, e incluso sin una campaña de socios con la competición iniciándose. Un calendario poco benevolente con visitas de cocos como Coruña y Estudiantes, y el «traspiés» en la visita a Clavijo, dejaba un inicio para olvidar, que parecía enmendarse con el triunfo en la pista de Melilla y unos refuerzos que llegaban con la inyección de dinero de los nuevos dueños desde México (Xoy) y parecían apuntalar la plantilla. Pero la realidad quedaba bien lejos: la dudosa planificación hacia cortar a su segundo extracomunitario en la 3ª jornada (Van Dyke en pretemporada y Krutwig que recaló en Lleida para apuntillarles en la última jornada), las lesiones no cesaban (Magassa fuera de combate todo el año y Pacheco y Almazán desde el inicio de liga) y el equipo no carbura. Dos derrotas más provocaban el cese de Javi Carrasco y la opción elegida era Bruno Savignani, entrenador brasileño con carrera en Europa como asistente y que vive en Sevilla su primera experiencia como primer entrenador en Europa; sin conocimiento de la LEB Oro, incorporaron a Iñaki Martín para ayudarle. Sin embargo en sus tres partidos no ha podido ganar, se escapó contra Tizona y COB, inexplicablemente, en aspectos de mala gestión, mientras que en su vista a Barris Nord Lleida les ganó por ganas y hambre. Con bajas importantes y los refuerzos ya aposentados tras seis jornadas juntos, el Real Betis es un equipo que sufre a pesar de su calidad de nombres. Sufre en defensa, donde a la primera cornada les anotan con facilidad, y sufre sin rebote, porque así es complicado vivir. En ataque, si el tiro exterior les entra, les da vida, pero las individualidades parecen ser el único recurso en muchas fases del partido, lastrándoles al final en el computo global del partido. Polanco debe ser el líder, anota sin estar en su mejor versión, pero también hay que dar los galones en el partido. Las continuas rotaciones, los fallos fáciles y la dinámica negativa carcomen al colista. La ansiedad del uruguayo Rodríguez, los fallos una y otra vez de Hanzlik o las pérdidas de Rogic son un ejemplo. Si a esto le sumas que la configuración por dentro es extraña y que a Romero, una fuerza de la naturaleza, es mejor hacerle falta porque tiene 38% en tiros libres, que dejarle anotar debajo del aro, el resultado es que la acumulación de factores deja al equipo muy tocado, esperando que Barnes siga aposentándose en su función de director y con jugadores que saben ejercer de segunda unidad en esta Oro como Domènech o Djedovic, o que Rakocevic sea el jugador que cambie partidos con sus rachas de tiro. 

Colistas en solitario, con unos nuevos dueños con prisas («Carlos Lazo, CEO del grupo Xoy y nuevo presidente, declaró a su llegada que quieren estar en ACB cuanto antes«) como demostraron con el cese de entrenador, la ansiedad puede ser un mal aliado en forma de malas caras. Así pues, deben empezar por lo básico: ser un equipo, buscar la intensidad en la pista y el juego colectivo para poder ganar en sus próximos partidos (Menorca y Oviedo). Desde los despachos, Carlos Lazo sabe que es un proyecto largo y que mantendrán la marca Real Betis durante diez años, aunque no esperaban el inicio tan malo del equipo, confían en Savignani, porque tiene carácter y les gusta su propuesta y reafirmaba a Sergio Ávila (de ACB Sevilla) que el banquillo no se movería más este curso (por el run-run de Iván Deniz desde la llegada de Xoy), aunque podrían llegar nuevos jugadores.

Clima convulso, dinámicas negativas, constantes cambios, calendario apretado, ansiedad y la realidad de que nunca en el pasado reciente un equipo descendido desde la ACB ha empezado tan mal, cuando además se trata de dos clubes con cierta fortaleza económica. Lo peor es que las jornadas pasan y los objetivos como el ascenso o llegar a la F4 empiezan a sonar a palabras vacías, mientras las derrotas de ambos se van acumulando en el casillero.