Cuando Zona de Básquet empezó lo hizo con la idea de ser un lugar para la difusión de las Ligas FEB, pero por otro lado para ser también una plataforma para compartir ideas e inquietudes siempre desde la educación y el máximo respeto.

No es la primera vez que recibimos textos enviados por algún jugador de estas ligas, y en esta ocasión es uno con experiencia LEB que prefiere guardar el anonimato para evitar represalias.

La FEB al descubierto

Las condiciones precarias de los jugadores en las Ligas FEB han sido una tónica constante en los últimos años. Con la llegada del COVID-19 han quedado aún más al descubierto las carencias y la ineficiente gestión de la Federación Española de Baloncesto.

Cuando el confinamiento estaba llegando a su fin, el Gobierno estableció un horario determinado para hacer deporte. Este horario era común para todo el mundo, salvo para los jugadores profesionales que tenían un horario más amplio.

Tanto los jugadores de LEB Plata como de LEB Oro, desde siempre, hemos pensado que eran jugadores «profesionales», ya que destinan todo su tiempo a ello y es totalmente incompatible con cualquier otra afición o trabajo.

Bajo la sorpresa de todos, durante el confinamiento nos dimos cuenta de que dichas ligas no se consideraban profesionales. Pero… ¿Por qué? Aquí está el quid de la cuestión.

En primer lugar, al no ser considerado jugadores profesionales el convenio que existe y que protege los jugadores de la ACB no ampara a los jugadores de LEB. En segundo lugar, no existe ningún convenio, ninguna asociación ni nada que luche por las condiciones y derechos de los jugadores de LEB Oro y LEB Plata. De todos modos, hay algo que no puedo llegar a entender y es por qué no se aplica el SMI que está recogido en la ley. Independientemente de que la liga sea profesional o no, somos asalariados y por ellos tenemos derecho a ese mínimo salarial que ni los clubes ni la federación respeta.

No se aplica, porque los clubes no podrían soportarlo, por lo que muchos se verían obligados a retirarse de la liga. Si los equipos se retiran de la liga, la federación recibe menos inscripciones y por tanto menos dinero. Eso no interesa, y por eso la FEB no controla dicho mínimo salarial ni exige que los clubes lo cumplan. Así, los clubes pagan menos, pueden subsistir y la federación, al tener más equipos, recibe más dinero. Es el negocio perfecto y todos salen ganando, menos los jugadores.

Si la liga se considerara profesional esta situación no se podría permitir y tendría que estar más regulada, por lo que no les interesa. La FEB no busca crear una liga de calidad, sino de cantidad; es decir, aumentar el número de inscripciones. Prueba de ello es que cada año ofrezca plazas sin méritos deportivos a muchos clubes con un único objetivo: llenarse los bolsillos.

Esto ha generado que las Ligas LEB tengan que dividirse en grupos con sistemas de competición aleatorios y que hacen que la liga sea menos atractiva.

Se les olvida que sin los jugadores su negocio no existiría, pero mientras que los jugadores sigan aceptando estas condiciones todo seguirá igual. Los clubes son igual de culpables que la federación por permitir esta situación y ser cómplices. El abuso al que están sometidos los jugadores por parte de los clubes es muy grande, no sólo por cobrar menos del salario mínimo, sino porque en muchos casos no están dados ni de alta en la Seguridad Social.

¿Por qué en el fútbol está todo totalmente regulado y en el baloncesto no? ¿Por qué la segunda división de fútbol se considera profesional y la LEB Oro no? ¿Por qué en la liga de fútbol hay un convenio colectivo que regula y mejora las condiciones de los futbolistas y en el baloncesto no?

Independientemente de que el fútbol sea más lucrativo que el baloncesto, creo que debemos exigir más igualdad en cuanto a condiciones, porque dedicamos el mismo tiempo y damos el mismo espectáculo al público.

Lo que sí que me parece un poco alucinante es que el actual presidente de la FEB ha sido jugador y sabe perfectamente lo que es el baloncesto y las precariedades a las que se enfrentan los jugadores… y aun así no es capaz de dar ejemplo. Supongo que el dinero interesa más que las condiciones de los jugadores del baloncesto español. Aunque a mi pesar, se están tirando piedras a su propio tejado. Qué se puede esperar de una federación que pone su liga en venta por 500.000€. Mientras nuestras ligas estén en manos tan incompetentes cuyo único fin es enriquecerse y no velar por las condiciones de los jugadores, nada cambiará y acabarán con lo poco que queda de baloncesto español.

Esto demuestra que el único objetivo que tiene la FEB es recaudar y nada más.

Aquí tenéis la FEB al descubierto.

NOTA. Zona de Básquet no se hace responsable de las opiniones vertidas en el texto anterior.


Está claro que tras leer este texto uno se queda algo contrariado, pero muchas ideas no es la primera vez que se oyen o resuenan, sobre todo en estas fechas o en esta misma web.

La Ley del Deporte data de 1990 y está claro que ha quedado obsoleta y que necesita nuevos bríos. Fue en 2019 cuando apareció el anteproyecto de una Nueva Ley del Deporte, pero la repetición de elecciones y el amplio rechazo de las Federaciones (hasta 151 enmiendas a lo que fue el Anteproyecto) han dejado congelado el asunto, como bien explicaba Palco23. Mundo Deportivo explicaba de forma clara hacia dónde iba la Nueva Ley del Deporte, con ocho puntos clave interesantes si se hubiera llevado a cabo. De hecho, había un punto para discernir entre esas competiciones que no llegan a ser como la ACB y el fútbol de 1ª y 2ª, en la figura de un estado intermedio con el título de competiciones profesionalizadas, aunque faltaría por ver si las LEBs entrarían en esta entidad intermedia (como sí harían el balonmano -ASOBAL- y el fútbol sala -LNFS-).

Otra figura importante es la representación y defensa de los jugadores LEB. Las miradas se podrían dirigir a la ABP (Asociación de Baloncestistas Profesionales), pero debemos recordar que ellos no pueden negociar con la FEB como sí hacen con la ACB, ya que la FEB legalmente no es patronal, aunque eso no quita que desde la ABP se intente apoyar a los jugadores LEB dentro y fuera de la pista. Incluso no hay que irse muy lejos para recordar como a esta asociación le ponen zancadillas también para realizar su trabajo de forma adecuada. Hace ya unos años hablamos con Rafa jofresa, su secretario, y la verdad poco cambio ha existido desde aquellas preguntas y respuestas. Dentro de la LEB tampoco los jugadores han mostrado una unión, pocos se atreven a alzar la voz antes de ser reprendidos e incluso la intentona de crear una asociación (AEJB) se vio abocada al fracaso ante la falta de iniciativas.

En febrero de 2018 nacía la AEJB ante la situación caótica del baloncesto “no profesional”, con salarios irrisorios, condiciones precarias y mucha desprotección, buscando convertirse en un interlocutor con los demás estamentos de la competición (una asociación sobre la que nuestro psicólogo Javi Hernández reflexionaba en Baloncesto, oportunidades poco después de ser creada) A los pocos meses la actividad en su perfil de Twitter era nula y un año después Eloy Almazán señalaba que apenas había 40 afiliados. Esa es la última noticia sobre una posible unión. Algo que en ese sentido no deja muy bien al grupo de jugadores (de sus nueve cargos iniciales, solo dos siguen en LEB: Adrián García -secretario, Plata- y Miki Feliu -vocal, Oro-).

Sin duda, el de los salarios es un tema complejo que se acerca a un mundo oscuro sin retorno. Realmente ni somos nadie para hablar de ello, ni es un tema del que tampoco dispongas datos reales. Sabemos que es una queja continua y que no existe un salario mínimo en LEB, a diferencia de Francia, por ejemplo, que tiene normas para JEEP Elite y ProB. Hay que recordar que en España los datos de economía sumergida se manejan entre el 13%-25% del PIB, y que como pasa en muchas profesiones, probablemente los jugadores estén dados de alta unas cuantas horas semanales, para hablar de esos contratos bajos. También debemos recordar que los contratos no son anuales, sino que se suelen extender en la mayoría entre 8-10 meses. En Francia, el Sindicato publica los datos de salario mínimo y cómo varía esa cantidad según los meses de contrato. Por ejemplo, marca diferencias entre el baloncesto femenino y masculino en el tema de contratos parciales; en femenino, marca 17.5 horas semanales, mientras que en el masculino el contrato parcial tiene que aprobarlo una comisión gestora (además, deja abierto cubrir el salario con otros empleos).

Muchos factores entran en esta cuestión: si los equipos podrían sostener en unas competiciones tan competidas diez salarios, si siempre habrá un jugador extranjero que no le importa venir a probar dos años de su vida por un salario bajo (vivir una experiencia en otro país y si sale bien, perfecto)… Mientras no haya una unión, exista una lucha continua por los derechos y se borre esa imagen de que en la época de vacas gordas no existían las quejas parece complicado, desde fuera, que ver una solución.

En esta punto, recordar que hemos analizado en múltiples editoriales los aumentos del número de equipos, los pocos cambios, la invisibilidad… La realidad palpable es que, a diferencia de años anteriores, los huecos que se generan los cubren otros equipos, se llegan a los mínimos que se piden y apenas se ven ligas cojas. El número desorbitado de equipos, y no solo es este curso (el COVID lo provocó), ya es una tendencia que venía de atrás y trae consigo una merma de calidad y competitividad, una superpoblación que en algún momento terminará explotando. Pero mientras haya equipos esta fuente de ingresos será apetitosa y lícita.

La corruptela que ha existido en España durante años ha dejado al país en la duda eterna y en la desconfianza. La FEB, desde la entrada de los nuevos gestores, mantiene un portal de transparencia con diversos documentos (faltan los del último curso), aunque es complicado manejar tanto volumen de datos sin ser un especialista en ello.

Respecto a la última cacicada en forma de gestión de la FEB, no es nada nuevo bajo el sol ni nada que no sea la tónica diferente que viene produciéndose en los últimos tiempos. No debemos olvidar que fue un club, el Tizona, el que logró que hubiera de nuevo ascensos y descensos entre ACB y Oro. El último episodio ha sido el “posible ascenso” del GBC, asunto en el que el CSD no tomó parte, con la ACB y la FEB manteniéndose alejadas en sus posturas sin ceder y dictaminando “de nuevo” un juzgado el ascenso.

De repente, la FEB informa de un cambio de reglas. Una vez más. Como cuando se acepta de repente a un equipo de nueva creación. Para cualquier seguidor no es nada nuevo. El problema creado por los costes que generan unos protocolos COVID todavía inciertos en forma de gastos sobreañadidos fue el hueco perfecto para que la ACB aprovechase para hacer una oferta a la baja: 500.000 euros en cuatro años, una cobertura televisiva completa y estrategias de marketing. Parece escaso y probablemente sean migajas. Mientras tanto, la FEB estrena un programa en YouTube que tiene una duración de 25 minutos para dar difusión a sus productos, dedicando 0 minutos a hablar de sus ligas y 10 a hacerlo de las predicciones de los playoffs de la NBA. Lo que está claro es que puede parecer mal (o peor que mal), que habrá equipos que salgan con más contundencia de cara a la galería también, pero una vez más la desunión, la disparidad de criterios y el sálvese quien pueda es lo que prima. A todas estas, tal vez la FEB ha librado los protocolos COVID en LEB Oro, pero nos preocupa qué va a suceder con la LEB Plata, una competición con equipos repartidos por todo el territorio nacional pero con presupuestos mucho más reducidos que en Oro. Por no hablar de los diferentes grupos de Liga EBA… Aspectos que nos preocupan, porque hay competiciones sin planes integrales de apoyo en el baloncesto nacional, donde ojalá algún día sus protagonistas se den cuenta de que en la unión está la fuerza. Tristemente, el divide y vencerás empleado hasta ahora sigue su curso.